martes, junio 20, 2006

El hacha no mata a la serpiente


El hacha no mata a la serpiente

Reflexiones sobre ETA y el Estado



“Pero la mayor ambición de lo espectacular integrado sigue siendo que los agentes secretos se hagan revolucionarios y que los revolucionarios se hagan agentes secretos.”

Guy Debord



Cámara, luces… ¡acción! El espectáculo ha comenzado. En la audiencia nacional se juzga esta semana a los etarras que asesinaron a Miguel Ángel Blanco, concejal del PP de Ermua, hace nueve años. Todos recordamos aquellos dramáticas horas. Su secuestro y posterior asesinato conmocionaron al país. Ahora se juzga a quienes apretaron el gatillo acabando con su vida. Pero, ¿quién juzgará a aquellos que realmente se hallan detrás de ese crimen? No serán juzgados nunca. El Estado jamás se juzgará a sí mismo. Porque ETA no es más que un apéndice del Estado. ¡Infamia! ¿Cómo alguien puede afirmar algo así? Lo afirmo y además trataré de argumentarlo.

No me propongo con este panfleto desvelar toda la realidad que se oculta tras el terrorismo espectacular, tan sólo pretendo dejar unas reflexiones que quizás puedan ser de utilidad para alguien. No aportaré pruebas concluyentes, ni citaré documentos clasificados, ni siquiera tengo fuentes en los servicios secretos. No me hacen falta, no soy un periodista. Me basta con atreverme a observar la realidad más allá de las anteojeras que nos ponen para que no veamos otra cosa que la senda que debemos seguir. Porque la realidad, aunque oculta, está siempre ahí, sólo hace falta pasarle el plumero y quitar la capa de mierda que la cubre, entonces podremos pensarla y pensarla es el primer paso para superarla.

Es bien conocido que el Estado ha infiltrado a lo largo de los años a varios de sus agentes en ETA. Nadie podrá poner esta afirmación en duda. Si esto es así no podemos llegar a otra conclusión que no sea la de afirmar con rotundidad que ETA está controlada por los servicios secretos del Estado. Gianfranco Sanguinetti demostró en su panfleto Sobre el Terrorismo y el Estado cómo la ideología de los grupos terroristas, con su estructura jerárquica y militarizada, hace relativamente sencillo que cualquier agente secreto infiltrado pueda escalar en un plazo breve hasta la cúpula de la organización. Una vez en la cúspide de la pirámide es el Estado el que dirige los movimientos de los terroristas, no siendo los militantes más que marionetas obedientes a los intereses del Estado, aunque ellos jamás lleguen a sospecharlo. Nada más fácil de controlar que una organización secreta y cerrada a sí misma, tan secreta y tan cerrada que llega a serlo hasta para sus propios integrantes que sólo conocen aquello que la organización les dice que deben conocer. La clandestinidad sólo favorece a quien mejor se mueve en ella y no hay duda que el Estado tiene en ese aspecto una considerable ventaja, pues nada hay más oscuro que los intereses de Estado.

Que son los servicios secretos los que mueven los hilos de ETA es algo evidente para todos, incluidos los más fervientes voceros del poder, los periodistas. Hace pocos días se discutía la negociación entre ETA y el Estado en uno de esos programas de “debate” en los que no se debate nada. El periodista Fernando Jáuregui contó un chiste que circula entre los periodistas sobre la posibilidad de que cuando se sienten a negociar los dirigentes etarras y los representantes del gobierno todos ellos trabajen para el mismo patrón. ¿Un desliz de un veterano periodista o la prueba de que da igual lo que se diga porque el grado de sumisión es tal que ya nada puede hacerse frente a la verdad del poder? En cualquier caso, maldita la gracia que nos hacen sus chistes y malditos su cinismo e hipocresía.

El terrorismo espectacular lleva copando las portadas de los periódicos muchos años y ya sabemos que en esta sociedad lo que los mass media dicen que es la realidad es necesariamente la realidad. Así, ETA ha jugado durante muchos años el útil papel de enemigo total y absoluto de la sociedad, complemento necesario de un Estado que se presenta entonces como el garante de la libertad, la paz y el orden. “Frente a un terrorismo presentado siempre como el mal absoluto, el mal en sí y para sí, todos los males, mucho más reales, pasan a segundo plano, y sobre todo deben ser olvidados: ya que la lucha contra el terrorismo coincide con el interés común, es ya el bien general, y el Estado que la lleva generosamente es el bien en sí y para sí. Sin la maldad del diablo, la infinita bondad de Dios no podía aparecer y ser apreciada como se debe” (Sanguinetti). La supervivencia del Estado hizo necesaria la existencia del terrorismo.

Fue en los años de la llamada transición cuando más útil fue el terrorismo etarra para los intereses del Estado, pudiendo presentar de este modo una elección maniquea: o conmigo o con ellos. O el Estado o el Terrorismo. El objetivo claro era ocultar al verdadero enemigo –la organización de los obreros en asambleas autónomas– por medio de un falso enemigo espectacular –el terrorismo– y obligar a todos a tomar partido por el Estado bajo la amenaza de ese terrorismo. El movimiento asambleario fue derrotado por ésta y otras estrategias, pero el terrorismo no desapareció. Seguía siendo útil para fomentar la unidad de “todos los españoles de bien” en torno al nuevo Estado. Tan útil como también lo era la amenaza de la extrema derecha. Cualquier problema real queda siempre eclipsado por el problema ficticio del terrorismo. Ya lo dicen las encuestas y éstas nunca mienten, no porque sean un método científico de medir la opinión, sino por todo lo contrario, porque son un método científico y racional de inducir una opinión, la opinión que interesa que exista, la única permitida.

Todos los problemas reales que nos afectan pasan a ser secundarios frente al falso problema del terrorismo y quien trate de poner en su justo lugar esos problemas para tratar, si no de resolverlos, al menos de nombrarlos, se encontrará con la poderosa maquinaria estatal. La amenaza del terrorismo espectacular permite al Estado disponer de unas auténticas leyes de excepción que son empleadas contra cualquiera que saque los pies del tiesto. Cualquier acción que se atreva a nombrar al enemigo para bien combatirlo será inmediatamente asociada al terrorismo. Un sabotaje contra las obras del TAV, una acción contra una empresa inmobiliaria, hasta una okupación o una manifestación que se atreva a salirse de los cauces permitidos, todas estas acciones pueden ser fácilmente asociadas por el Estado y sus lacayos, los periodistas, con ETA y su “entorno”, se las mete en el mismo saco que al terrorismo espectacular y se desata la campaña de represión. De ahí la obsesión de alguno de los “grandes hombres de Estado”, como el repugnante ex-ministro del Interior Mayor Oreja, por relacionar a cualquier disidente con ETA. Sin embargo, a la hora de firmar convenios de extradición por causas de terrorismo con otros países europeos no hablaba de ETA, sino de los movimientos radicales y antiglobalización, ¿sería porque en Europa nadie se creía sus cuentos chinos o quizás es que allí no necesitaba ocultar la represión tras el pararrayos del terrorismo etarra? El Estado se ampara en la ley antiterrorista, la forma más visible del «estado de excepción» en el que siempre hemos vivido (Benjamin), para combatir a sus enemigos reales, aquellos que se atreven a cuestionar esta realidad y tratan de cambiarla. Pero tampoco seamos ilusos, antes que nada se trata de un mecanismo preventivo, no hay ningún fantasma que exorcizar, tan sólo se pasa la escoba de vez en cuando para evitar que se acumule demasiado el polvo.

En todo caso esta táctica eficaz y sencilla tiene la ventaja no sólo de que se acaba de un plumazo con cualquier tentativa de recuperación de la contestación por la vía de la represión dura y contundente, sino que además logra el apoyo entusiasta de la mayor parte de la población, que azuzada por los medios de comunicación verá actos de terrorismo hasta en los destrozos provocados en la celebración de un título de la liga de fútbol. El miedo es un evidente mecanismo de control social y cuando se esgrime día tras día la amenaza del terrorismo cualquiera puede ver un terrorista hasta en la abuela que vive en el piso de arriba, sólo hace falta un poco de imaginación y la colaboración necesaria de los plumíferos a sueldo del poder.

En los últimos meses la cuestión del terrorismo está más candente que nunca debido al revuelo ocasionado con la declaración de alto al fuego de ETA y el comienzo de un proceso de negociación entre el gobierno socialista y ETA. Ambas partes afirman su voluntad de acabar con el conflicto. ¿Qué conflicto? Lo que se está produciendo en estos momentos es el desmantelamiento de un apéndice del Estado. Se rompe el consenso anti-terrorista ladran los voceros del poder, el consenso terrorista habría que decir. ¿Cuáles son las razones de este desmantelamiento? Si tuviésemos fe en que los políticos pueden conservar algo de ética y moralidad, podríamos pensar que Zapatero al llegar a la Moncloa y meter por primera vez la nariz en las cloacas del Estado sufrió un shock que le decidió a darles una buena limpieza, acabando con ese negociado estatal llamado ETA. Ojalá. No soy tan iluso, aunque me gustaría serlo. Podría tratarse de cuestiones funcionales, ETA ya no es útil, la sociedad está lo suficientemente domesticada como para que ya no sea necesario esgrimir la amenaza del terrorismo para mantener la ficción o tal vez el papel que jugaba ETA ha pasado a desempeñarlo mucho mejor el terrorismo islamista, especialmente después del turbio y criminal atentado del 11-M. Las razones del poder nunca aparecen transparentes hasta que ya es demasiado tarde para que su esclarecimiento pueda tener importancia y si no recordemos Piazza Fontana y como, a pesar de que con los años se ha demostrado que ese crimen fue obra de los servicios secretos italianos, nadie cuestionó nada y la vida siguió girando en la feliz Italia. “El espectáculo organiza con maestría la ignorancia acerca de lo que está pasando, y acto seguido el olvido de cuanto a pesar de todo acaso se haya llegado a saber. Lo más importante es lo más oculto” (Debord).

En cualquier caso, es evidente que la desaparición de ETA debe relacionarse con el proyecto de reorganización del Estado que se está llevando a cabo y que tiene por objeto la “modernización y democratización” de un Estado demasiado ligado aún a las arcaicas estructuras de poder heredadas del Franquismo, útiles en su momento, pero que hoy suponen una traba, al menos para una parte de la clase política y empresarial, si bien para otra son la base sobre la que se apoya, de ahí su empeño en negarse a “negociar” con ETA. En todo caso, todos debemos alegrarnos de la inminente desaparición de ETA, pero jamás debemos cesar de combatir las ilusiones, tanto sobre el papel que siempre ha jugado ETA como sobre las posibilidades y expectativas que se abren con su desaparición.

Quien quiera escuchar mis razones aquí las he expuesto y quien pueda rebatirme que lo haga, pero que nadie se escude en el silencio.

9 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Siempre habrá un grupo terrorista o un estatuto de autonomía sobre el que la sociedad "deba" concentrar su atención.

SIEMPRE

9:39 p. m.  
Blogger Maynard said...

"El miedo es un evidente mecanismo de control social"
..Tu lo dijiste. No hay duda de q si este grupo desaparece otro tomara su lugar. Recuerdo como en algun momento de la historia el hombre logro a perder su miedo "hacia el propio hombre" ..ya no necesitabamos andar con espada en mano para todos lados desconfiando de quien se nos pusiera en frente.
Sin embargo estos grupos q mencionas y tantos otros sucesos horrorosos q vemos en la actualidad en nuestros medios(y q superan con creces a la pelicula de ficcion mas sadica) creo q estan, si no lo han hecho aun, llevandonos a esa misma condicion de inseguridad, la q por cierto nuestro "estado protector" se ocupara de mantener, o q nos lleve a q cambiemos las espadas y compremos nuestras propias pistolas y rifles como ocurre con los norteamericanos..
O mejor aun, despreocupemonos, q ya vendra el heroe de 24 a salvarnos de los encapuchados detona-cosas.

7:29 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

Totalmente de acuerdo

1:45 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Piensas bien muchacho. Como de costumbre estoy en desacuerdo con el producto pero (también como de costumbre) me causa simpatía la máquina.

Un par de cosas:

1) El silogismo principal del artículo es peligroso (para tí?) pues por la misma regla de tres se puede razonar que el movimiento anarquista ha sido el espantajo que ha usado el Estado moderno como enemigo exterior para asegurar su supervivencia. Esto os deja en el nada agradable papel de mamporreros ideológicos del Estado.

2)No escuches a subnormales como Fernando Jáuregui, aunque ocasionalmente digan algo coherente el riesgo de lobotomía es grande.

12:24 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Desde luego es una posibilidad bastante aceptable.

Es cierto, como todos sabemos, que ya incluso los anticuados servicios secretos franquistas lograron infiltrar agentes en eta, y que estos llegaron a la cupula. Existe alguna mala pelicula al respecto.

Teniendo en cuenta todos los avances que se han dado desde entonces, todo lo que ha aprendido el estado en cuanto a represion y vigilancia, le seria mas facil la tarea de infiltrar.

Otro dato curioso a tener en cuenta fue la existencia, tambien en Euskal herria y en la misma epoca, de otro grupo armado "comandos autonomos", estos de caracter asambleario.

Dado su caracter horizontal y la costumbre de discutir en asambleas todas las acciones, al Estado le resultaria dificil el manipularlos, mucho mas que una organizacion jerarquica, como tu dices.

Sabemos que los comandos fueron aniquilados por el estado, posiblemente por que no le eran utiles, es mas, le resultaban bastante perjudiciales.

Hacer una puntualizacion, no confundir el conflicto militar, con el conflicto politico y social.

En Euskal herria existe aun una dinamica de lucha social una tradicion asamblearia y de asociacion ciudadana que incomoda al estado espanol.

Se puede seguir investigando en este sentido.

Un abrazo
Agur

Recordemos Vitoria en el 76.

3:06 p. m.  
Blogger Unknown said...

Brillante análisis. Para ilustrarlo pensemos en el proceso 18/ 98.
Saludos.

3:56 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Lei el texto de Gianfranco Sanguinetti hace tiempo. No es el único que planteó el "terrorismo defensivo" del estado como explicación a numerosos atentados ocurridos en la Italia de aquellos años.

La verdad que el tema es complicado. Para empezar nunca sabremos la verdad de nada, aunque hagamos bien en exigirla. Ni siquiera los lameséquitos de los lameséquitos la saben; conocen una parte. Comprendo que Devesa recele de ETA. Su tesis es comprensible, pero también lo son las tesis que lo critican. Mi postura es mediocre en el sentido de que está en medio de ambas. No creo que ETA esté controlada por el Servicio Secreto. Pero tampoco creo que ETA no se halle libre de las decisiones de los Servicios Secretos. El error está en las palabras utilizadas ¿Qué es ETA? ¿Qué es el Servicio Secreto? ETA debe de ser un conjunto de subpoderes. Los servicios secretos deben de ser un conjunto de grupos que rivalizan entre sí. Digo debe de ser porque no lo sé. Lo que tengo seguro es que no debemos hablar del poder, sino de los poderes. La realidad es una marea de poderes que se retroalimentan y se incomodan al mismo tiempo. Todo es tan complejo que reducir el debate a dos polos Estado y ETA me parece lamentable. Si la realidad es compleja, el lenguaje que usemos para referirnos a ella debe serlo también, debe ser más fino, más afilado. El lenguaje televisivo reduce todo a una simplicidad peligrosa.

La realidad del poder adquiere la apariencia de un grafo en el que los diferentes poderes se relacionan de muy diversas maneras. Ahora bien, si que es cierto que el poder estatal español se ha beneficiado de la existencia de ETA ¿Acaso no se benefició de los misteriosos GRAPO para desacreditar cualquier alternativa a la monarquía? Lo que no quiere decir que muchas personas hayan participado en ETA de manera sincera con unos intereses ajenos a esos intereses del Estado Español por convertirse en el protector del pueblo. Ni una cosa ni otra. ETA no es el Servicio Secreto Español, pero tampoco se encuentra libre de estos. Una parte de ETA contará en sus filas con miembros auténticos, y a la vez con topos que utilizarán los atentados en función de intereses españolistas.

Ahora bien, es más que sospechoso que una organización como ETA haya sobrevivido tantos años. Lo que hace posible la tesis de Devesa, de que realmente ha servido indirectamente a unos intereses estatales. Han existido casos bien diferentes, en los que el poder del estado ha terminado de una vez por todas con ciertos grupos terroristas (por ejemplo, la RAF alemana) cuando estos no les aportaban ningún beneficio y suponían un peligro para su estabilidad.

3:10 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

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8:50 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

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3:31 p. m.  

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