lunes, octubre 09, 2006

Fahrenheit 451 se despide


“Y hoy os diré que no sólo hay que comprometerse escribiendo,
sino viviendo.”

Pier Paolo Pasolini



Hace ya un año que inició su andadura este proyecto. Fueron varios los nombres que barajé, pero finalmente decidí tomar prestado el de la novela de Ray Bradbury. Consideraba que esta distopía reflejaba bastante bien la sociedad en la que vivimos, este “mundo feliz” en el que nada es lo que parece, todo se vende y se compra ―incluidas las ideas― y pensar por uno mismo es, cuanto menos, algo sospechoso y, a menudo, peligroso.

A lo largo de este tiempo he aprendido muchas cosas, aunque nunca he dejado que a mi rostro se asome el asombro, pues nada hay ya que pueda sorprendernos en este mundo en el que vivimos. De este modo, he visto como la realidad parecía obstinarse en confirmar aquello que he escrito. No me jacto de ello, pero tampoco me avergüenzo de haber dicho siempre todo lo que quería decir. Estos breves apuntes sobre la realidad quizás no han contribuido a cambiar nada, pero al menos espero que hayan servido para desenmascarar un poco lo que se oculta tras lo aparentemente real.

Nada ha cambiado y hoy creo más firmemente que nunca en la necesidad de destruir hasta los cimientos esta sociedad. Sin embargo, diversas circunstancias me llevan ahora a clausurar Fahrenheit 451. Su agotamiento y el mío propio. Pero que nadie se engañe, esto no implica el abandono de la lucha. Todo lo contrario. Es tan sólo una parada para tomar aire y recuperar fuerzas. La rendición no entra en mis planes. Cuando se llega a este punto no se puede abandonar, porque cuando se ha sentido el cálido aliento de la vida y de la libertad, abandonar el juego implica la muerte. La muerte-en-vida del esclavo satisfecho o la dulce caricia del revólver sobre la sien. Ambas nos han seducido en algún momento, pero hay quienes preferimos abrazar la vida y lo que no nos mata nos hace más fuertes.

Algún día los malos tiempos arderán, pero para ello es necesario que prendamos la mecha, no podemos esperar a que esta sociedad se derrumbe por sí sola y, desde luego, no la abandonaremos sin luchar. Ya no valen medias tintas, es hora de abrazar definitivamente la causa del Diablo. Nadie dijo que fuese fácil, el camino está lleno de obstáculos, pero es preferible luchar por aquello que merece la pena, aunque caigamos una y otra vez y nos golpeemos y el dolor nos oprima el pecho, que vivir una vida falsificada de felicidad enlatada lista para consumir.

Gracias a todos y a todas los que han pasado alguna vez por aquí. Quien quiera escribirme ya conoce mi correo y quien me quiera encontrar no tiene más que buscarme. Y gracias especialmente a una persona, esa llama jamás se extinguirá. Nada volverá a ser igual.

¡Odio y Amor!

17 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Es una pena.

6:56 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Suerte en tu nueva etapa Huvi

8:07 p. m.  
Blogger Unknown said...

Pero no borre el blog, señor devesa, sus textos son impagables!

10:23 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Mientras los grandes medios de comunicación controlen la opinión pública, será prácticamente imposible que esa mecha a la que haces referencia consiga, al menos, avanzar unos centímetros hacia el explosivo.

Esperando volver a leerte pronto.

Uno que gritó aquello de... "Dios, que vino más malo..."

12:10 a. m.  
Blogger Maynard said...

Una pena, pero no es hora de llorar. Como bien dices, la lucha no ha terminado y aunque sea cada vez más dificil mantener la mecha encendida, ganas y esfuerzo sobran, por parte de quienes aun no se rinden y siguen fieles a sus sueños y esperanzas..
Los medios de comunicación no solo controlan la opinión pública, más bien la crean, pero no es motivo para tirar la toalla.. esta sociedad cambiará... tarde o temprano.

Mis felicitaciones por tan buen blog, lo único q pido es q no borres los textos, pues hay algunos de verdad notables.

Saludos y un "hasta pronto"!!

4:30 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

yo sólo pasaba por aqui, estaba buscando analisis sobre farenheit 451 para un trabajo escolar.. y me entusiasme leyendo su texto..
dejeme decirle que he quedado atónita, ha descrito en palabras precisas lo que me viene remordiendo la conciencia desde hace mucho...
gracias a usted mis ideas estan más claras...

sólo queria decir eso...

9:24 p. m.  
Blogger Carola said...

NOO!!, NO DEJES DE ESCRIBIR....
es un espacio muy bueno, hay quienes que aún no entienden ciertas cosas...tu has descubierto que lo que hay que hacer, mientras hay quienes que aún no....
podrías darles un empujoncito!


suerte!!

5:40 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

que te den por el culo maricon, ya sabemos por lo que comento Fetiche que tu padre abusaba de ti de pequeño, no meextraña que seas así, das pena.

6:21 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

recien llego a tu blog... si bien soy conciente de que el modo de vida moderna nos aleja cada vez mas de la sociedad libre, critica y conciente que a muchos nos gustaria, no estoy de acuerdo en eso de que "ya nada puede sorprendernos". No niego que la gran mayoria vive en un estado de torpor constante, que la indolencia es moneda corriente y que el otro es solo ese que pasa cerca...pero el negar la sorpresa es negar la humanidad del hombre, ya que es lo unico que realmente nos diferencia de los animales. en fin, no deberiamos dejar que la sorpresa salga de nuestras vidas.

11:16 p. m.  
Blogger Sybila said...

...de los efectos y las causas.


...Sólo quiero decirte que hay un ser de este lado de la pantalla que comparte tu sentimiento... de lucha, de "luchar", aunque se muera, porque si no se lucha... de alguna forma ya se está muerto.

Es Montang, al final del viaje, cuado se reune con todos esos relicarios de memoria: de recuerdos de letras, del testimonio imperecedero de la estupidez pero también de la nobleza del ser humano...

"Si, hay una época para derrumbarse, una época para construir. Sí. Una hora para guardar silencio y otra para hablar. Sí. Todo. Pero, algo más. ¿Qué más? Algo, algo...

Gracias por dejar tus letras; hubo y habrá viajeros a quienes tocarán de alguna forma, a quienes servirán de inspiración para una idea...

Estoy convencida de que, a pesar de las barreras, la humanidad sigue creando lazos de palabras, de memoria.


Un saludo muy grande, y nuevamente gracias

8:25 a. m.  
Blogger Andrés Devesa said...

Gracias por los últimos comentarios Colibrí Lilith y Samia. A pesar de que hace ya unos meses que cerré el blog y no suelo pasar por aquí, me alegra que haya gente que sí lo haga. De paso aprovecho para decir que no he abandonado la pelea, sino que he me he unido con gente que ya lleva muchos años en ella, el colectivo La Felguera. Esta página seguirá funcionando el tiempo que la deje blogger y mi correo está adisposición de quien guste escribirme. Un saludo y gracias.

10:57 a. m.  
Blogger MonsterS said...

Nunca arrastrarse ni dejarse arrojar.

11:57 a. m.  
Blogger Dernière. said...

Llegué de casualidad y tus textos me gustaron bastante.
Espero sigas escribiendo así, lleno de libertad expresando tus ideas como te sea permitido.

8:17 p. m.  
Blogger PALOBLANCO-CAJANEGRA said...

hay mas escritores que lectores
mas ruido, que silencio para escuchar

7:10 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Recuerdo un episodio de hace algunos años. Me encontraba de vacaciones con otros compañeros en un pequeño pueblo del norte de España, en la verde y montuosa provincia de Santander (Cantabria). Oímos el relato que refirió una anciana de ese pueblo: cuando ella era jovencita estalló la Guerra Civil, que dividió España en dos partes y dio lugar a una despiadada persecución religiosa. Recordaba la señora perfectamente el día en que unos milicianos comunistas entraron en su pueblo y llevaban preso al cura de la parroquia.

“¡Como si lo estuviera viendo! Lo llevan, con las manos atadas, a la plaza donde se ha congregado también la gente. Después de insultarlo y de lanzar repetidas blasfemias contra la religión y los curas, el cabecilla de la banda de milicianos manda al sacerdote ponerse de rodillas, le apunta con su pistola en la frente y, cargado de odio, le grita: “¡blasfema!” Nuestro cura respondió que no lo haría. “¡Blasfema!, vuelve a gritarle aquel bárbaro. Nueva negativa del buen sacerdote. Entonces, a la tercera vez que le mandó y que no accedió el sacerdote, el cruel miliciano le disparó en la cabeza dejándolo muerto en medio de un charco de sangre. Después se dirige a la gente que estábamos ahí congregados: ¡para que os enteréis que no hay Dios y que se acabaron todas esas historias que os cuentan los curas!”

La señora concluyó su relato diciendo que no olvidaría la escena mientras tuviera vida, por lo que significó para ella y todo el pueblo el martirio del heroico cura.

El episodio no fue un caso aislado dentro de los muchos que sucedieron en aquella trágica persecución religiosa sufrida por España, y está documentado. Cito aquí la válida información de Mons. Antonio Montero, autor de una documentadísima historia sobre la persecución religiosa en España, que lo reporta así:

Recordemos un caso de Santander. Es el de don Arsenio García Lavid, ecónomo de Cerrazo... fue sacado para el frente de Cabañas de Virtus para que prestase sus trabajos en un batallón de fortifica-ción... “según testigos de vista, le sacaban y ponían contra una piedra o pared, silueteando a tiros su persona para obligarle a blasfemar el santo nombre de Dios, cosa que no consiguieron jamás. Pero un día, el último, porque Dios lo quiso, se le llevó al lugar donde había de confesar valientemente a Cristo, dando su vida por Él”.

Los verdugos le intimaban por última vez para que blasfemara, y don Arsenio, lleno de decisión y fortaleza que le daban la gracia de Dios, dice estas magníficas, cristianas y sublimes palabras: “No conseguiréis jamás que blasfeme; podéis matarme si queréis. Yo, además, os perdono”. Sonó una descarga y cayó pesadamente y sin vida su cuerpo a tierra.


¡Antes morir que blasfemar!

La señora que refirió el episodio recordaba vivamente el cuadro que puso punto final a la vida ejemplar de don Arsenio, y que se produjo siendo ella una niña. Aquel sacerdote mártir prefirió morir antes que blasfemar contra Dios o contra la Virgen Santísima, y dejó un testimonio imborrable de heroísmo y fidelidad a sus parroquianos. El odio de los milicianos y comunistas y de la gente sin Dios contra la fe y sus ministros, durante aquella Guerra Civil española (1936 – 1939), hizo que se difundiera ampliamente la odiosa costumbre de blasfemar. Esta mala costumbre persiste, aunque se trate de uno de los pecados más aborrecibles que se cometen, quizá por la facilidad y ligereza mental con que se hace.

Voy a referir otro caso, entre los cientos y tal vez miles que se dieron durante aquellos años heroicos y de martirio. Se trata de Antonio Molle, un joven jerezano que a los veinte años fue muti-lado y martirizado el 10-VIII-1936. Cayó prisionero de los milicianos en el frente de Peñaflor (Sevi-lla), y como llevaba un escapulario quisieron hacerle blasfemar. Él siempre contestaba gritando: ¡Viva Cristo Rey! Primero le cortaron las orejas y le sacaron los ojos, entre blasfemias horrorosas de los verdugos, y al final lo acribillaron a balazos. Así lo cuenta Rafael de las Heras, testigo presencial. Hoy su cuerpo mutilado está enterrado en la Basílica de Ntra. Sra. del Carmen Coronada de Jerez de la Frontera, Cádiz.


La blasfemia es un pecado nefasto

Donde hay un blasfemo, él solo es capaz de echar a perder la fe y las buenas costumbres de una casa o de una entera familia. Con los insultos que salen de su boca y que brotan de su corazón malvado, enlodaza la conciencia de los niños y de los jóvenes que lo escuchan, y que después se sienten justificados a repetir lo que oyen.

Un amigo me refirió la siguiente anécdota. Conoce a un padre de familia vecino suyo, de carácter muy impulsivo. Cierto día llegó del trabajo de mal humor, se enfadó con su mujer por nada y dejó salir una asquerosa blasfemia. La señora trató de calmarlo, pero se enfadó más y para demostrarse “muy hombre” dejó salir otra blasfemia, en voz más alta. Cerca estaba jugando su niño de cuatro años. Intentaba cabalgar en su caballito, pero se rompió. Se levantó el niño y repitió la blasfemia oída a su padre. Fue como un trueno del cielo; la madre se quedó en blanco y dejó caer el plato que tenía entre las manos. El padre, pálido de vergüenza y tocado en su corazón, se dio cuenta del tremendo mal que hacía con su arrogancia y estupidez humana. Entonces se hizo el propósito de no volver a blasfemar en su vida. -Dios quiera que se mantenga fiel a su promesa-. ¿Por amor a su hijito? Está bien, pero sobre todo debe hacerlo por no ofender el Santo nombre de Dios y por salvar su alma.

En España y en otros países de tradición cristiana está aún muy difundida, por desgracia, aquella repugnante costumbre de blasfemar, propagada masivamente allá durante la Guerra Civil, como una manifestación del odio a Dios y a la Virgen. Pero las blasfemias se escuchan también en Italia, en Francia, en Alemania... En muchos lugares, como un cáncer entre gente que se dice cristiana, pero que ofenden a Dios, a la Virgen Santísima y a los santos. ¿Se darán cuenta de la gravedad de este pecado?

Suelen ser los hombres quienes más blasfeman, como si haciéndolo ante los demás se mostraran los valientes, los “muy machos”, con una facilidad pasmosa y con una ligereza mental que da mucho a pensar. El blasfemo por lo general es un individuo cargado de respeto humano, de corazón mezquino y que demuestra muy poco amor a Dios, a quien ofende. En los países islámicos la blas-femia contra el Corán y contra Mahoma, el profeta, está severamente penada, incluso con la muerte.


La blasfemia consiste en usar de una manera injuriosa el nombre de Dios, de Jesucristo, de la Virgen María y de los santos

Los santos, por su cercanía espiritual a Dios y el gran amor que le demuestran, siempre han sido especialmente sensibles contra la blasfemia, porque comprenden muy bien la gravedad de este mal. Santo Domingo Savio, el patrono italiano de la juventud, que murió siendo un niño, corría a la iglesia más cercana a rezar y hacer reparación cuando escuchaba alguna blasfemia. Los tres pastorcitos videntes de las apariciones de Fátima, en Portugal, hacían largas penitencias en reparación por las ofensas contra Dios y la Santísima Virgen, que los hombres malvados proferían. Alguna santa tuvo el raro privilegio otorgado por de Dios de ver los torrentes de sapos, culebras, escorpiones, babosas y otras sabandijas que salían de la boca de un hombre blasfemo, cuando se encontraba cerca de él. El dolor que le causaba en su alma le hacía incrementar sus oraciones y mortificaciones para reparar el santo nombre de Dios y por la conversión de aquél y de todos los blasfemos pecadores.

El que blasfema peca directamente contra el I y II mandamientos de la ley de Dios. Por ofender a Dios, a la Virgen o los santos y por tomar en vano el santo Nombre de Dios. El que blasfema escupe al cielo y arroja piedras contra su propio tejado. Como piensa que Dios no le “oye” o que no existe –porque en realidad no le ama— entonces lanza sus palabrotas obscenas al viento, haciéndose en realidad un gran daño moral a sí mismo y a los que lo oyen e imitan, sobre todo si se trata de menores de edad o personas de corazón fino y sensible. Quien incita a otros a blasfemar, con su mal ejemplo, además carga consigo una responsabilidad mayor y es la solicitación al pecado. ¿Cómo se presentará delante de Cristo el día que el Señor le llame a rendirle las cuentas de su vida?


¿Qué es la blasfemia?

En la acepción tradicional, el término blasfemia indica el dicho o el término injurioso o irreverente -generalmente trivial- referido a Dios o a las personas o realidades sagradas, que por consi-guiente suena como una ofensa para el sentimiento religioso difundido en determinados ambientes o en determinadas épocas. La palabra se deriva del latín eclesiástico, que empleaba a su vez el término griego blasphemía (= injuria).

La conciencia actual de la gente se muestra más sensible a la ofensa hecha contra el sentimiento religioso de los creyentes (no sólo cristianos) que a la ofensa hecha a la divinidad, ya que como tal el Ser divino de Dios no puede verse afectado por manifestaciones de este género, a no ser en el sentido que se trata de manifestaciones de pobreza espiritual y cultural humana y por tanto de bajeza moral. Además, en muchos casos el que blasfema, a pesar de demostrar su ignorancia, su falta de madurez humana y de cultura, puede ser que no esté movido por la intención deliberada y primaria de ultrajar al propio Dios o a la propia religión. Pero esto no rebaja la gravedad moral de su acción.

La pésima costumbre de referirse de manera injuriosa o trivial a la divinidad es analizada también como dato antropológico-cultural que conduce a adquisiciones importantes en cuestión de mentalidad religiosa y de formación espiritual. Esto no quita que la blasfemia constituya de todas formas un hecho existencialmente lamentable, tanto por parte de los creyentes como de los no creyentes. En ningún caso es justificable la blasfemia.


¿Qué dice el Catecismo de la Iglesia católica?

Nº 1856:
El pecado mortal, que ataca en nosotros el principio vital que es la caridad, necesita una nueva iniciativa de la misericordia de Dios y una conversión del corazón que se realiza ordinariamente en el marco del sacramento de la reconciliación:

Cuando la voluntad se dirige a una cosa de suyo contraria a la caridad por la que estamos ordenados al fin último, el pecado, por su objeto mismo, tiene causa para ser mortal... sea contra el amor de Dios, como la blasfemia, el perjurio, etc., o contra el amor del prójimo, como el homicidio, el adulterio, etc... En cambio, cuando la voluntad del pecador se dirige a veces a una cosa que contiene en sí un desorden, pero que sin embargo no es contraria al amor de Dios y del prójimo, como una palabra ociosa, una risa superflua, etc. tales pecados son veniales (S. Tomás de Aquino, s.th. 1-2, 88, 2).

Nº 2148:
La blasfemia se opone directamente al segundo mandamiento. Consiste en proferir contra Dios -interior o exteriormente- palabras de odio, de reproche, de desafío; en decir mal de Dios, faltarle al respeto, en las conversaciones, usar mal el nombre de Dios. Santiago reprueba a "los que blasfeman el hermoso Nombre (de Jesús) que ha sido invocado sobre ellos" (St 2,7). La prohibición de la blasfemia se extiende a las palabras contra la Iglesia de Cristo, los santos y las cosas sagradas. Es también blasfemo recurrir al nombre de Dios para justificar prácticas criminales, reducir pueblos a servidumbre, torturar o dar muerte. El abuso del nombre de Dios para cometer un crimen provoca el rechazo de la religión.

La blasfemia es contraria al respeto debido a Dios y a su santo nombre. Es de suyo un pecado grave (cf. Código de Derecho Canónico, can 1369).


La blasfemia es un pecado diabólico

“Si crees en Dios, comprenderás que es un disparate insultarle. Y si no crees, ¿a quién insultas?” (P. Jorge Loring). Cuando escuches una blasfemia, aparta de tu corazón las palabras injuriosas y repara con una jaculatoria. Si puedes intervenir delante del blasfemo, di: “Alabado sea Dios”. Si lo dices en voz alta, mejor; y si no te atreves, al menos dilo en voz baja.

3:58 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Andres, humildemente y con fervor. Estaras en mis oraciones para tu conversion.

Dios te salve Maria, Madre de Jesus, en ti confio!
Pongo en tus manos oh Madre mia, a este hijo tuyo para que lo bendigas, intercede señora mia ante Jesus, tu hijo redentor y que el corazon de Andres reconozca la bondad y amor de nuestro padre DIOS.

Daniel, Guadalajara, Jal. Mexico

8:22 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

Se que has dejado...el blog...lo encontrado casualmente...y me encantado....
Soy fan

7:50 p. m.  

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