jueves, diciembre 08, 2005

Vindicación de la embriaguez frente a la Sociedad de Amuermamiento Isocrónico

Un poco de humor jarryano no viene mal de tanto en cuando...


Vindicación de la embriaguez frente a la Sociedad de Amuermamiento Isocrónico



A Kong Qun, que pertenecía al servicio del templo ancestral del emperador le encantaba beber. El primer ministro le preguntó un día: “¿Por qué bebe tan a menudo? ¿No ha observado que el material con el que los fabricantes de vino tapan las tinajas se pudre al cabo de algunos días o de algunos meses?” A lo cuál él respondió: “Eso no me convence. ¿No ha observado usted que la carne macerada en vino se conserva más tiempo?”

Liu Quingqui


¿Cuándo llegará el momento en que ya no sea necesario recordar que los antialcohólicos son enfermos presas de ese veneno, el agua, tan disolvente y corrosivo que ha sido elegido entre todas las sustancias para las abluciones y los lavados, y una de cuyas gotas, volcada en un líquido puro –el ajenjo, por ejemplo- lo enturbia?

Alfred Jarry


En la tarea que nos hemos encomendado -despertar las adormecidas conciencias, pateándolas si fuera preciso, y derribar los pilares de esta Sociedad de Amuermamiento Isocrónico- nos hemos encontrado a menudo –casi siempre- solos e ignorados, cuando no calumniados. Así, nuestra decidida defensa de la embriaguez como muestra de un lúcido rechazo y una valiente lucha contra la Sociedad de Amuermamiento Isocrónico que nos asola, no ha sido recibida con el apoyo entusiasta que merecía. Peor para vosotros. Nosotros no cejaremos en nuestro empeño. El Amuermamiento gana terreno día a día y cualquier mano que se tienda para tomar la nuestra será bien recibida. Es por ello que desde aquí saludamos a aquellos que avanzan en nuestra misma dirección, como el profesor J. B. Aniseed.

Ha llegado hasta nuestras manos un interesante artículo del célebre profesor J.B. Aniseed, publicado en la prestigiosa revista Journal of Psycho-Pathological Neurotic Sciences, artículo que, desgraciadamente, ha sido obviado por científicos, investigadores y demás cerebros pensantes de este nuestro país. El artículo en cuestión, “Alteraciones de la capacidad intelectual humana por la ingesta asincopada de alcohol: una aproximación metodológica”, recoge las investigaciones del autor sobre los efectos del alcohol en la capacidad neuronal humana. Estamos ante una magna obra que desmiente numerosos tópicos sobre el alcohol alimentados durante siglos por los enemigos más acérrimos de la humanidad: los moralistas, esos petimetres que nos quieren encadenar al aburrimiento.

Aniseed, profesor de la facultad de ‘Pathaphysica de la Universidad Catódica de Varsovia, ha desarrollado una interesante labor investigadora a lo largo de los últimos veinte años. Su investigación ha sido realizada sobre una muestra de más de doscientos individuos, divididos en cuatro grupos según las cantidades de alcohol que acostumbraban a ingerir: 1) abstemios compungidos, 2) bebedores ocasionales, 3) habituales borrachos y 4) alcohólicos empedernidos. Los estudios de Aniseed y sus colaboradores han conseguido demostrar algo que muchos otros habían defendido a lo largo de la historia: las bondades del alcohol sobre la capacidad intelecto-imaginativa humana. Mediante una serie de estudios físico-químicos y una compleja toma de muestras neuro-patafísicas se ha conseguido observar el desarrollo de las circunvoluciones cerebrales embrionarias producidas por el alcohol. Aniseed ha comprobado que los sujetos del tercer y cuatro grupo –aquellos que más alcohol llevaban en el cuerpo- han dado proporciones de entre 100 y 120 en la escala de Genarín, que mide la capacidad imaginativa y la aptitud para la ensoñación, mientras que los individuos del primer grupo no alcanzan más que un mediocre 50. Estos datos, unidos a otra serie de pruebas –que se encuentran recogidas en el artículo en cuestión- no dejan lugar a dudas de las ventajas de los individuos con mayor ingesta de alcohol, que gozan de una mayor capacidad imaginativa, intelectiva y surreal que los abstemios, esos individuos grises, anodinos y proclives a caer en los peores vicios, como el trabajo o la religión.

En cuestiones científicas las prisas son malas consejeras y por ello debemos ser prudentes –estamos a la espera de que se autoricen los experimentos con ratones y primates para contrastar resultados-, pero todo parece indicar que estamos ante uno de los mayores descubrimientos científicos de las últimas décadas, quizás de la historia de la ciencia. Y no podemos sino alegrarnos, ya que, a riesgo de parecer presuntuosos, debemos dejar constancia del papel que hemos representado en este descubrimiento. Fuimos pioneros y nos enorgullecemos al dejar constancia de ello. Muchos recordarán un artículo aparecido en la revista Atolón, cuadernos de crítica extrasomática en el que exponíamos una teoría que a muchos les pareció descabellada y sin fundamento. Era nuestra teoría de “los bisontes y las neuronas”, que sólo unas pocas mentes preclaras –como el profesor Mark de Raisin y el escritor y filósofo F. Labarra- supieron tener en la estima que merecía. En este artículo establecimos un punto de partida para una nueva concepción del alcohol y sus beneficios para la mente. Nuestro testigo es tomado ahora por Aniseed, pero nosotros marcamos el camino.

Nuestra teoría de “los bisontes y las neuronas” partía de un análisis darwinista de la realidad neuronal humana para, mediante una comparación eto-enológica, llegar a la conclusión de que el alcohol estimula el desarrollo neuronal. Partiendo de la tesis clásica de la supervivencia de los más aptos aplicábamos una analogía entre la caza de bisontes por los nativos americanos y el consumo de alcohol como medios de mejora de la especie y de la capacidad intelectual humana, respectivamente. Resumiremos brevemente lo expuesto en ese artículo, remitiendo a su lectura para una comprensión más profunda de nuestra postura.

Los indígenas americanos cazaban bisontes siguiendo los métodos tradicionales al menos hasta el siglo XIX. En esas prácticas de caza tradicional se producía una selección natural, ya que eran los bisontes más vulnerables y menos aptos -fundamentalmente individuos viejos y débiles- los cazados, mientras que los individuos más fuertes sobrevivían, teniendo así más recursos –siempre escasos- para una población en general más apta, vigorosa y saludable. La caza contribuía así a la mejora de la especie, a mantener su dinamismo y su buena salud. Esto cambió con la llegada del hombre blanco y sus armas de fuego, que propiciaban masacres indiscriminadas en las que se acababa con manadas enteras. Es la técnica moderna la que acaba con un ecosistema perfectamente equilibrado y sabio. Nuestro estudio comparaba esta realidad ecológico-cultural con la ingesta de alcohol. Al igual que la caza de bisontes por los indios, el alcohol actúa como un factor externo de mejora de las posibilidades de los individuos –neuronas en este caso- más aptos. El consumo de alcohol favorece que las neuronas más dormidas -aquellas menos creativas, perezosas, subdesarrolladas- perezcan, permitiendo a las que son más activas y sanas un mejor desarrollo de sus capacidades, por lo tanto, permitiendo así una mayor claridad y creatividad del intelecto humano. La historia demuestra la realidad de nuestras afirmaciones, pues son los pueblos hedonistas en los que el placer y la embriaguez, en forma de bacanal, eran entendidos como la forma de vida, las que más han contribuido al bienestar de la humanidad, a las artes y a las letras. Esto puede observarse estudiando la historia de las civilizaciones humanas que en el mundo han sido, desde que Adán comió la manzana o desde que el mono bajó del árbol, según gustos y prejuicios. Por tanto, desmontábamos las absurdas tesis contrarias al alcohol y demostrábamos su potencial como elemento de mejora intelectual y -¿por qué no?- espiritual del ser humano. El alcohol, lejos de ser dañino, como han tratado de vendernos moralistas, médicos y demás gusanos arruinavidas, es uno de los criterios más importantes de civilización del ser humano.

Pero, al igual que ocurre con la llegada de las técnicas modernas traídas por el hombre blanco en el caso de los bisontes, aparecen también intromisiones dañinas que alteran la imaginación y la capacidad intelectiva humana, produciéndose extinciones masivas de neuronas, fenómeno que tan graves consecuencias tiene en el momento actual. Estas intromisiones han existido siempre: religión, puritanismo, trabajo, etc., pero hoy son más abundantes y peligrosas que nunca: televisión, deportes, música pop, publicidad, Coca-Cola, motorización obligatoria… Nos encontramos, por tanto, ante un grave peligro de colapso civilizatorio propiciado por el entumecimiento neuronal que lleva consigo la Sociedad de Amuermamiento Isocrónico. Es, pues, en esta época de pusilánimes, ociosos y aburridos, cuando más importante es promover el consumo de alcohol, reivindicar su papel subversivo y libertario en la historia de la Humanidad.

A la vista de los estudios de Aniseed no podemos sino estar orgullosos de haber contribuido modestamente a los mismos –como bien reconoce el propio autor-, pero también nos encontramos profundamente desolados y apesadumbrados ante las conclusiones a las que nos conduce. Desgraciadamente, y una vez más, la ‘Patafísica ha mostrado a la Humanidad, adelantándose al resto de las ciencias, la terrible verdad: el mundo se va al carajo. El ser humano ha abandonado la embriaguez, tan beneficiosa para nuestra especie, y se consagra a una serie de drogas que amuerman la mente y el espíritu. Pero, aún hay esperanza, si queremos sobrevivir a la deriva a que nos conduce la Sociedad de Amuermamiento Isocrónico debemos recuperar el placer de la embriaguez, abandonarnos a las bondades de la noble actividad alcohólica, recuperar la cultura de nuestros viejos y arreglar el mundo a golpe de carajillo y sol y sombra. Como dijo alguien: “en la estupidez siempre ha estado el enemigo organizado, sobrio y aburrido”, así que luchemos contra ellos con las mejores armas que tenemos, ¡vivat la ivresse!, ¡vivat la bringue! ¡Menos cultura de masas y más apoyar el codo en barra! Sólo así podremos alcanzar el pleno desarrollo humano, mediante una sinergia entre la algaraza integral y el desarrollo de las circunvoluciones cerebrales embrionarias por medio del alcohol: el super-hombre será un borracho, pero un borracho lúcido y consciente.


Maese Huvi y los Amigos de la Embriaguez