jueves, enero 26, 2006

Artaud (Los poetas perdidos III)



LA BÚSQUEDA DE LA FECALIDAD


Allí donde huele a mierda

huele a ser.

El hombre hubiera podido muy bien no cagar,

no abrir el bolsillo anal,

pero eligió cagar

como hubiera elegido vivir

en vez de aceptar vivir muerto.



Para no hacer caca,

tendría que haber consentido

no ser,

sin embargo, no se decidió a perder

el ser,

es decir, a morir viviendo.



Hay en la existencia

algo particularmente tentador

para el hombre

y ese algo es

LA CACA

(aquí, rugido)

Para existir basta con dejarse ser,

pero para vivir

hay que ser alguien,

hay que tener un HUESO,

hay que atreverse a mostrar el hueso

y a olvidar el alimento.



El hombre prefirió más la carne



que la tierra de los huesos.

Como no había más que tierra y bosque

de huesos

tuvo que ganarse su alimento,

no había mierda

sólo hierro y fuego,

y el hombre tuvo miedo de perder la mierda

o más bien deseó la mierda

y para eso, sacrificó la sangre.

Para tener mierda,

es decir carne,

donde sólo había sangre

y chatarra de osamentas,

donde no tenía nada que ganar

y sí algo que perder: la vida.



o reche modo

to edire

de za

tau dari

do padera coco



Entonces, el hombre se replegó y huyó.



Lo devoraron los gusanos.



No fue una violación,

Se prestó a la obscena comida.

Le encontró sabor,

aprendió por sí mismo

a hacerse el tonto

y a comer carroña

delicadamente.



Pero, ¿de dónde procede, esa despreciable abyección?



De que el mundo no está ordenado todavía,

o de que el hombre sólo tiene una pequeña idea

del mundo



y quiere conservarla eternamente.



Proviene de que, un buen día,

el hombre

detuvo

la idea del mundo.



Se le ofrecían dos caminos:

el infinito exterior,

el ínfimo interior.

y eligió el ínfimo interior,

donde sólo hay que estrujar el bazo

la lengua

el ano

o el glande.



Y dios, dios mismo aceleró el

movimiento.



Dios ¿es un ser?

Si lo es, es la mierda.

Si no lo es

no existe.

O bien sólo existe

como el vacío que avanza con todas

sus formas

y cuya representación más perfecta

es la marcha de un grupo incalculable de

ladillas.



¿Está usted loco, señor Artaud, y la misa?"



Reniego del bautismo y de la misa.

No hay acto humano

que, en el plano erótico interno,

sea más pernicioso que el descenso

del supuesto Jesucristo



a los altares.

No me creerán

y desde aquí veo cómo el público se encoge de hombros

pero el llamado Cristo es quien

frente a la ladilla-dios

aceptó vivir sin cuerpo

mientras un ejército de hombres,

descendiendo de la cruz

a la que dios creía haberlos clavado desde hacía mucho,

se rebeló

y ahora esos hombres

armados con hierro,

sangre,

fuego y osamentas

avanzan, denostando al Invisible

para terminar de una vez con el JUICIO DE DIOS.




Antonin Artaud

3 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Qué mierda de poema.
(Es broma, por supuesto)

11:18 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Está bien. Algo pretencioso, pero bien. Es también muy clásico (¿de cuándo es el Artaud éste?) pues si identificamos (como parece obvio) mierda <-> materia llegamos rápidamente al existencialismo de toda la vida.

Artaud quizá está tan pringado porque no tiene (no quiere tener) alma.

8:59 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

En efecto una mierda de poema

11:08 a. m.  

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