jueves, septiembre 15, 2005

Angelus Novus


Hay un cuadro de Klee que se llama Angelus Novus. En él se representa a un ángel que parece como si estuviese a punto de alejarse de algo que le tiene pasmado. Sus ojos están desmesuradamente abiertos, la boca abierta y extendidas las alas. Y este deberá ser el aspecto del ángel de la historia. Ha vuelto el rostro hacia el pasado. Donde a nosotros se nos manifiesta una cadena de datos, él ve una catástrofe única que amontona incansablemente ruina sobre ruina, arrojándolas a sus pies. Bien quisiera él detenerse, despertar a los muertos y recomponer lo despedazado. Pero desde el paraíso sopla un huracán que se ha enredado en sus alas y que es tan fuerte que el ángel ya no puede cerrarlas. Este huracán le empuja irreteniblemente hacia el futuro, al cual da la espalda, mientras que los montones de ruinas crecen ante él hasta el cielo. Ese huracán es lo que nosotros llamamos progreso.

Walter Benjamin: “Tesis de Filosofía de la Historia”, Discursos interrumpidos I, Taurus, Madrid, 1971, § 9

Walter Benjamin escribió este texto poco antes de morir. Sus Tesis de Filosofía de la Historia son un compendio de su pensamiento y uno de los análisis más lúcidos, inteligentes y aterradores de la idea de Progreso. El Ángel de la Historia benjaminiano contempla desolado las ruinas de la Historia, arrasada por el huracán del Progreso, del que no puede escapar y que le arrastra hacia un futuro aterrador, construido sobre las cenizas de la Humanidad.

En 1940, Walter Benjamin se suicidaba en un hotel de la estación fronteriza de Port Bou, entre España y Francia, cuando huía del nazismo que dominaba Europa. La mayoría de historiadores ven en su suicidio la respuesta a una situación desesperada, al serle negado el visado para pasar a España y desde allí embarcar rumbo a América. Benjamin se habría suicidado por miedo a caer en las garras del nazismo.

No creo que fuese esa la razón de su muerte. Benjamin, uno de los pensadores más lúcidos y coherentes de la Historia de la Humanidad, llevó a cabo con su suicidio la culminación de su obra filosófica. Su suicidio responde a la constatación intelectual de la imposibilidad de la huída, puesto que el totalitarismo lo domina ya todo. Ya no hay posibilidad de escapar porque el germen de la barbarie, de la deshumanización de la vida humana, se encuentra en la propia esencia de la Ilustración. El nazismo no era más que una rama díscola de la Historia, que fue rápidamente cortada, pero el tronco del árbol sigue en pie y sus raíces cada día se asientan más firmemente en el suelo. Benjamin decidió morir antes que seguir contemplando la aniquilación de lo que quedaba del ser humano, antes de ver su conversión definitiva en mercancía. El ser humano cosificado, la gran obra de la Ilustración.

Que la tierra te sea leve allá donde te encuentres, Walter Benjamin...


1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Hace unos años leí un libro de páginas gastadas que encontré entre los viejos libros de mi madre. Se titula; Mayo fue el fin del mundo. Fue un libro que me costó mucho leer dado que hablaba de un fin del mundo y la portada no me resultaba del todo grata. Me asustaba. Cero que tenía 13 años. Finalmente lo leí y al leerte me he acordado de un momento del libro en el que el autor viene a decir (o yo vine a entender) que incluso cuando el asesino está apunto de clavarte un cuchillo y aparentemente no hay salida...Existe siempre una alternativa. Y que todo asesinato es , en consecuencia, un pacto entre asesino y asesinado.

2:56 p. m.  

Publicar un comentario

<< Home