lunes, febrero 27, 2006

Pensamiento armado


Las tiras cómicas son la única literatura verdaderamente popular de nuestro siglo. Cretinos marcados por años de instituto se han permitido disertar al respecto, pero sólo con desagrado van a leer y coleccionar los nuestros. Los comprarán sin duda para quemarlos. Quién no percibe inmediatamentelo fácil que será, para nuestra tarea de "hacer la vergüenza aún más vergonzosa", transformar por ejemplo 13, rue de l'Espoir en 1, bd du Désespoir, integrando en segundo término algunos elementos añadidos o simplemente cambiando los textos del bocadillo. Puede verse que este método hace lo contrario que el Pop'art, que descompone en trozos los comics. Éste aspira a devolver a los comics su grandeza y su contenido.

René Vienet: "Los situacionistas y las nuevas formas de acción en la política y en el arte", Internationale Situationniste, nº 11 (1967)

martes, febrero 21, 2006

De Monachae Supplicii

De Monachae supplicii

Panfleto por el amor y contra las idolatrías



Una monja es una mujer como otra cualquiera. Si la despojásemos de su hábito encontraríamos las mismas características físicas presentes en el resto del género femenino: dos piernas, dos brazos, dos pies, dos manos, dos pechos, una boca, un cuello, una cintura, un culo y un coño cálido y húmedo como el de cualquier mujer.

Podemos llevar a cabo un experimento consistente en colocar a una monja y cualquier otra mujer –una funcionaria, pongamos como ejemplo- una junta a otra, desnudas sobre una cama, con las piernas abiertas, con su sexo palpitando en espera de lo inevitable. No cabe duda de que seríamos incapaces de discernir cuál es una y cuál es la otra.

Si no hay ninguna diferencia física entre una mujer normal y una monja, ¿qué es lo que las distingue entonces? La diferencia la encontramos en el aspecto psicológico y, especialmente, en el plano moral. Las monjas so seres degenerados que padecen una patología mental que las lleva a odiarse a sí mismas, a la Naturaleza y a Dios.

A sí mismas porque detestan su condición humana, rechazando lo más hermoso que hay en el ser humano: el amor hacia otra persona. Es cierto que las monjas dicen amar a todos los seres humanos, pero mienten descaradamente, porque el único amor posible es ese amor primario, brutal, sexual, que sentimos hacia otra persona, sólo a partir de ese amor sexual se puede llegar a aprender a amar al resto del género humano, sin amor sexual no hay amor fraternal. Por eso una monja no puede llegar a amar a nadie más que a sí misma y a su degenerada idolatría.

A la naturaleza porque odian reconocerse en ella. La naturaleza es ante todo el espacio en el que desarrollar ese amor, por lo tanto esas degeneradas no pueden sino renegar de la naturaleza, despreciando los bellos impulsos naturales que cualquier ser humano, orgulloso de serlo, reconoce, acepta y deja desarrollarse libremente.

A Dios porque le niegan. Niegan a Dios y abrazan a un dios falso. Las monjas consagran su vida a ese ídolo, se casan con él, pero jamás llegan a consumar su matrimonio, porque su dios es un castrado y un cornudo. El verdadero dios es un dios con dos esencias que se complementan, es un dios hermafrodita que necesita de la complementariedad de los iguales distintos. Es el dios del amor, pero del amor salvaje y primario, no de cualquiera de las múltiples degeneraciones que en esta sociedad se hacen pasar por tal. Nuestro dios niega la religión y no admite sacerdotes. Nuestro dios es el dios de la libertad. Nuestro dios es la vida, frente a los falsos dioses del miserabilismo y el desprecio por la humanidad. Nuestro dios es todo y es nada. Nuestro dios somos cada uno de nosotros en tanto que seres humanos dotados de la capacidad de amar y crear belleza.

Nosotros, seres humanos libres, herederos aquellos hombres y mujeres que han luchado desde el comienzo de los tiempos por una humanidad plena, libre y consciente de su ser, afirmamos: La castidad, la devoción, el aislamiento del resto de seres humanos, el sacrificio a cualquier fin que no sea la felicidad humana, la idolatría y el fetichismo mercantilista que reduce al ser humano y la vida al rango de cosas son crímenes contra la humanidad.

El amor, la pasión, la poesía y la fiesta son las fuerzas que guían a la verdadera Humanidad hacia su libertad y su realización como tal. Sustraerse a esas fuerzas es renegar de la condición de ser humano y asumir el papel de homicida. Una Humanidad libre no puede tolerar que existan criminales que atenten contra todo lo que hay de hermoso en la vida.

Por eso, acusamos: monjas, curas, frailes y obispos son peligrosos criminales que han de rectificar o ser juzgados como tales. Renegad de vuestro falso dios, volved la cara a vuestra humanidad y asumidla, abrazad todo lo que de hermoso hay en el mundo, tomad la mano de otra persona, ya sea hombre o mujer, en pareja, en trío o en comuna, no importa el número, no importa la condición, sólo amaos, sólo así amaréis al ser humano, sólo así seréis seres humanos. Lo contrario es el crimen más despreciable que existe. ¡Fornicad o pereced!

Y que nadie se lleve a engaño, sabemos que hay muchos más miserables que toman a otros falsos dioses como auténticos: el dinero, la ciencia, el poder, el espectáculo… A vosotros también os estamos vigilando. Tened cuidado, somos implacables y sabemos odiar tanto como amar…


¡Amor o barbarie!


Firmado: Maese Huvi, Las Bacantes y Les filles perdues d’Lautréamont



domingo, febrero 12, 2006

Aute (Los poetas perdidos VI)



AL ALBA

Si te dijera, amor mío,
que temo a la madrugada...
No sé qué estrellas son éstas
que hieren como amenazas,
ni sé que sangra la luna
al filo de su guadaña.

Presiento que, tras la noche,
vendrá la noche más larga.
Quiero que no me abandones,
amor mío, al alba.
Al alba, al alba, al alba, al alba.

Los hijos que no tuvimos
se esconden en las cloacas,
comen las últimas flores,
parece que adivinaran
que el día que se avecina
viene con hambre atrasada.

Presiento que, tras la noche,
vendrá la noche más larga.
Quiero que no me abandones,
amor mío, al alba.
Al alba...

Miles de buitres callados
van extendiendo sus alas.
¿No te destroza, amor mío,
esta misteriosa danza?
Maldito baile de muertos,
pólvora de la mañana.

Presiento que, tras la noche,
vendrá la noche más larga.
Quiero que no me abandones,
amor mío, al alba.
Al alba...

Luis Eduardo Aute


(Nota: Ya sé que es la canción más conocida de Aute y que tiene otras mejores. Ya sé que es un himno "progre". Ya sé que es la típica canción protesta izquierdista. Ya sé que es una canción fetiche para el rojerío de salón. Ya sé que a mucha gente le sorprenderá que me pueda gustar Aute.. Me da igual. Me gusta. Además, esta canción tiene para mí una importancia sentimental que no es superada por ninguna otra canción... "Si te dijera amor mío...")

viernes, febrero 10, 2006

El parque de mi barrio


En mi barrio hay un parque sobre el que gira la mayor parte de la vida comunitaria. He crecido en ese parque. Allí jugué mis primeros partidos de fútbol, me pillé mi primera borrachera juvenil –lo confieso-, besé a mi primera novia... Son muchos los buenos recuerdos de mi niñez y adolescencia que tuvieron lugar en ese parque. Supongo que estos recuerdos y ese cierto cariño asociados a un espacio público, los tiene mucha más gente, respecto a otros parques o plazas, en otros barrios, en otras ciudades. Pero hay algo que me perturba en relación a mi parque. Lleva el nombre de un asesino. Carlos Arias Navarro, ése es el nombre de mi parque.

¿Quién fue Arias Navarro? Arias Navarro comenzó su carrera pública como fiscal militar en Málaga a la caída de la ciudad en manos franquistas en 1937. En ese cargo se destacó por su sadismo y crueldad, que le valieron el alias de "Carnicero de Málaga", siendo cientos las personas a las que mandó al paredón, sin importarle que alguna de ellas le hubiese salvado la vida meses antes, como fue el caso del alcalde republicano de Málaga, al que consideró como “fusilable” por el simple hecho de haber sido alcalde. Después de la guerra ocupó el cargo de gobernador en diferentes lugares, con todas las implicaciones que el cargo suponía en la España de la época. De 1957 a 1965 fue Director General de Seguridad, institución que contribuyó a "modernizar", esto es, a hacerla más eficaz en la represión de las libertades y los derechos humanos más básicos. Al frente de la DGS se volvió a caracterizar por su sadismo –se cuenta que participaba él mismo en las torturas que tenían lugar durante los interrogatorios-. Posteriormente fue recompensado por el régimen con la alcaldía de Madrid. Cuando la dictadura daba sus últimos coletazos fue designado Ministro de Gobernación del gobierno de Carrero Blanco, al que después sustituiría en la Jefatura del Gobierno, cargo que repetiría durante el primer gobierno monárquico, iniciando una muy tímida apertura, pero no olvidando de donde venía –recuérdese la feroz represión de marzo de 1976 en Vitoria, por ejemplo-, ni hasta donde quería llegar en las reformas. En pago a los servicios prestados -¿a quién nos preguntamos?- la Monarquía Parlamentaria le hizo marqués y le dedicó un parque en Madrid, mi parque.

Yo no quiero que los niños de mi barrio jueguen en un parque que lleva el nombre de un reconocido fascista, torturador y asesino. No quiero que crezcan ignorando la Historia, como trataron de hacer –y en gran parte lograron- con los de mi generación, criada y educada en el olvido, la ignorancia y la mentira histórica. Quiero que los niños de mi barrio crezcan en un lugar donde no tienen cabida la tortura, el asesinato, la injusticia y la represión. Quiero que los niños de mi barrio crezcan en libertad. Ya sé que hay cuestiones mucho más importantes en una ciudad como ésta y en un mundo tan convulsionado, como para dedicarse a pensar en el nombre de las calles. Pero, ya que cada día se nos escapa un poco más de las manos la poca libertad y dignidad que nos quedan, al menos esperamos que no nos humillen diariamente, porque la sumisión y la paciencia tienen un límite. Lo están bordeando. Y cuantas menos esperanzas nos quedan, más odio acumulamos.