viernes, septiembre 23, 2005

La libertad del paseante

A la gente que va levantando polvo en un rugiente automóvil les muestro siempre mi rostro malo y duro, y no merecen otro mejor. Piensan entonces que soy un vigilante y policía de paisano, encargado por elevadas autoridades y organismos de vigilar a los conductores, tomar el número de los vehículos y denunciarlos después. Siempre miro sombrío a las ruedas, al conjunto, y nunca a los ocupantes, a los que desprecio, en modo alguno de forma personal, sino por puro principio; porque no comprendo ni comprenderé nunca que pueda ser un placer pasar así corriendo ante todas las creaciones y objetos que muestra nuestra hermosa Tierra, como si uno se hubiera vuelto loco y tuviera que correr para no desesperarse miserablemente.

Robert Walser: El paseo[1]

Tengo algo que confesar. Hay un aspecto de mi vida que es de sobra conocido entre mis allegados, pero que cuando sale a relucir ante gente desconocida suele causar sorpresa. No tengo coche. Sí, he de confesarlo. Pero la cuestión no queda ahí. Tengo carnet de conducir[2], pero no tengo coche y, además, –y esto es lo que más suele chocar a la gente, provocando miradas interrogantes y algún sobresalto de sorpresa- no tengo la más mínima intención de tener uno. Lo cierto es que siento un profundo desprecio por esos engendros mecánicos.

No quiero poseer un automóvil. Aunque tuviese el dinero suficiente para poder comprarme uno, no lo haría. ¿Por qué? En primer lugar, por motivos de conciencia: los automóviles suponen uno de los despilfarros –tanto en energía como en materiales- más absurdos de la sociedad industrial; son altamente contaminantes; necesitan del petróleo, un combustible peligroso –recordemos el Prestige y el lema “si tienes coche, comerás fuel”- y escaso, lo que provoca guerras por su control; causan miles de muertos y heridos todos los años, siendo la mayor causa de muerte entre la juventud; transforma destructivamente el paisaje y la ciudad etc.[3] El automóvil resume en sí todas las características del capitalismo: el individualismo exacerbado, el desprecio de la vida –humana y no humana-, el despilfarro de los recursos, la imposición totalitaria al resto de la sociedad,… Pero hay otro motivo –si bien conectado con todos estos- que me lleva a no tener coche: el de conservar, hasta donde pueda, mi libertad.

¿Qué tiene que ver tener coche con conservar la libertad? Es más, según los anuncios publicitarios –los Santos Evangelios de nuestra época-, el coche nos proporciona una mayor libertad. Libertad para circular, para desplazarnos donde queramos. Pero, ¿para qué queremos cambiar de aires si hoy todos los lugares son iguales, si todo ya se ha estandarizado y asimilado, si ya no hay dónde respirar pureza? La libertad, puta a su pesar, es utilizada por todos y echada a patadas de la cama al día siguiente. La utilizan, pero la desprecian profundamente, porque la temen. Por eso nos venden como libertad la mayor de las esclavitudes, la neolengua orwelliana en estado puro. Para mí, la libertad es algo tan sencillo como poder pasear por la ciudad, sin dirección, sin sentido, disfrutando simplemente de la calle, de las gentes, del paisaje: en una palabra, vagabundear. Esto es francamente difícil hoy día. La ciudad espectacular, con su monumentalización, especialización y enajenación de la dimensión humana –la ciudad se diseña para el coche, no para el ser humano-, impide que en ella se puede desarrollar lo que antes se llamaba vida. El acto sencillo de pasear, como antaño hiciera el flâneur por las calles de París[4], es algo que pertenece a la prehistoria, tan lejos del eterno presente que vivimos como las pinturas rupestres de Altamira. La vida en la calle es un infierno. Todo está colonizado por la mercancía, por la funcionalidad del sistema capitalista. A menudo, si te paras tranquilamente en mitad de una calle por el simple placer de observar lo que te rodea o para fumar relajadamente un cigarrillo, no tardará mucho en llegar alguien –normalmente vestido de azul y con placa y porra- para molestarte: <<¿Se ha perdido?>>. No pueden comprender que el mayor acto de libertad que puede quedarle al ser humano es sustraerse al dominio de la cosificación de la vida y que un modo maravilloso de hacerlo es negarse a participar de la locura del desplazamiento obligatorio, disfrutando del vagabundeo en la medida en la que es aún posible. ¡Me niego a perder mi libertad en la masa informe de amasijos metálicos que día a día avanzan retorciéndose por entre las ruinas de la ciudad! ¡Me niego a participar de la sinrazón! Quiero una ciudad humana, una ciudad basada en la Razón: “Hay que reconstruirlo todo: Ciudad y Razón, sobre el mismo terreno y con los materiales de derribo, escogidos, reordenados –igual que los habitantes de las chabolas, expulsados de las ciudades camelo y de los campos de mentira.”[5]

No hace muchos años, cuando aún quedaban restos de algo llamado vida, no era extraño ver a niños jugando en la calle, a señoras que bajaban sillas a la calle y charlaban sentadas tranquilamente junto a sus portales. La ciudad conservaba algún rasgo humano. Quedaba todavía un ligero recuerdo de lo que era la vida en comunidad, el disfrute de la calle como espacio público, el mercado, la plaza, el ágora como centros de reunión de gentes que compartían un espacio común. Pensar en una ciudad distinta es ser un nostálgico. Hay que celebrar el triunfo de la ciudad moderna, con sus espacios separados[6], a imagen y semejanza de la separación a que está sometido el ser humano. La ciudad espectacular ha logrado acabar con cualquier rasgo comunitario y solidario, consagrándose a la dictadura de la funcionalidad, la mercantilización y la estandarización. No podemos movernos por la ciudad sin ir a algún sitio: a la oficina, al centro comercial, a la discoteca, al cine,… corriendo para no llegar tarde y poder producir o consumir[7] más y más. La ciudad pertenece al automóvil, en tanto que motor y símbolo del sistema industrial, todo se organiza en función de sus necesidades –las necesidades humanas parecen no importar en absoluto-, transformando el paisaje, tanto urbano como rural, reduciéndolo a una sucesión de puntos intermedios entre una etapa y otra del desplazamiento automovilístico. Puntos de avituallamiento de consumo de sucedáneos de vida, mientras la realidad (por vivir) se nos escapa por entre los dedos artríticos de la estandarización.

Pero, a pesar de todo, entre coches aparcados en doble fila, atascos, anuncios luminosos, centros comerciales, policías de proximidad, suciedad, desesperación, a través de la ciudad claustrofóbica, fiel imagen de la sinrazón de la vida moderna, el nostálgico, el irreductible paseante bisnieto del flâneur, deambula sin rumbo fijo, sin ninguna ocupación, sin saber adónde va, dejándose llevar, parando aquí o allá para ver en una calle a unos niños jugando, interrumpiendo el tráfico y riéndose al contemplar a los enfurecidos automovilistas, histéricos mirando el reloj, gritando que llegan tarde… llegan tarde a dejarse consumir la vida…


NOTAS:

[1] Robert Walser: El paseo, Siruela, Madrid, 2005, p. 23

[2] Las razones por las que tengo carnet de conducir se pueden reducir a una: la imposición social y familiar. Pareciera que si con veinte años no tienes carnet de conducir no existes, no eres nadie, ahora, con el paso de los años, me alegro de ser un don Nadie, con carnet pero felizmente sin coche.

[3] Para un análisis profundo de estos aspectos del automóvil nada mejor que echar un vistazo a alguna de las publicaciones monográficas sobre el tema: Justo de la Cueva: Esos asesinos que impunemente matan cada día a miles de personas: Los automóviles, Hiru, Hondarribia, 1996; Colin Ward, Agustín García Calvo y Antonio Estevan: Contra el automóvil. Sobre la libertad de circular, Virus, Barcelona, 1996; y el especial doble de la revista Archipiélago: “Trenes, tranvías, bicicletas. Volver a andar”, Archipiélago. Cuadernos de crítica de la cultura, 18-19, 1994.

[4] “El <<flâneur>> está en el umbral tanto de la gran ciudad como de la clase burguesa. Ninguna de los dos le ha dominado. En ninguna de las dos se encuentra como en su casa. busca asilo en la multitud.”, Walter Benjamin: “París, capital del siglo XIX”, Poesía y capitalismo. Iluminaciones II, Taurus, Madrid, 2001, p. 184

[5] Encyclopédie des Nuisances: La sinrazón en las ciencias, los oficios y las artes, Likiniano elkartea, Bilbao, 2000, p. 40.

[6] La ciudad moderna consagra la “separación radical entre lugar de trabajo y vivienda, entre centro administrativo-comercial y periferia habitada”, Miguel Amorós: “Urbanismo y Orden”, Las armas de la crítica, Likiniano elkartea, Bilbao, p.101.

[7] Tanto da una cosa como la otra, pues han llegado a ser tan parecidos que es ya imposible distinguir el ocio del trabajo, ambos compulsivos y vaciados de contenidos.

jueves, septiembre 15, 2005

Angelus Novus


Hay un cuadro de Klee que se llama Angelus Novus. En él se representa a un ángel que parece como si estuviese a punto de alejarse de algo que le tiene pasmado. Sus ojos están desmesuradamente abiertos, la boca abierta y extendidas las alas. Y este deberá ser el aspecto del ángel de la historia. Ha vuelto el rostro hacia el pasado. Donde a nosotros se nos manifiesta una cadena de datos, él ve una catástrofe única que amontona incansablemente ruina sobre ruina, arrojándolas a sus pies. Bien quisiera él detenerse, despertar a los muertos y recomponer lo despedazado. Pero desde el paraíso sopla un huracán que se ha enredado en sus alas y que es tan fuerte que el ángel ya no puede cerrarlas. Este huracán le empuja irreteniblemente hacia el futuro, al cual da la espalda, mientras que los montones de ruinas crecen ante él hasta el cielo. Ese huracán es lo que nosotros llamamos progreso.

Walter Benjamin: “Tesis de Filosofía de la Historia”, Discursos interrumpidos I, Taurus, Madrid, 1971, § 9

Walter Benjamin escribió este texto poco antes de morir. Sus Tesis de Filosofía de la Historia son un compendio de su pensamiento y uno de los análisis más lúcidos, inteligentes y aterradores de la idea de Progreso. El Ángel de la Historia benjaminiano contempla desolado las ruinas de la Historia, arrasada por el huracán del Progreso, del que no puede escapar y que le arrastra hacia un futuro aterrador, construido sobre las cenizas de la Humanidad.

En 1940, Walter Benjamin se suicidaba en un hotel de la estación fronteriza de Port Bou, entre España y Francia, cuando huía del nazismo que dominaba Europa. La mayoría de historiadores ven en su suicidio la respuesta a una situación desesperada, al serle negado el visado para pasar a España y desde allí embarcar rumbo a América. Benjamin se habría suicidado por miedo a caer en las garras del nazismo.

No creo que fuese esa la razón de su muerte. Benjamin, uno de los pensadores más lúcidos y coherentes de la Historia de la Humanidad, llevó a cabo con su suicidio la culminación de su obra filosófica. Su suicidio responde a la constatación intelectual de la imposibilidad de la huída, puesto que el totalitarismo lo domina ya todo. Ya no hay posibilidad de escapar porque el germen de la barbarie, de la deshumanización de la vida humana, se encuentra en la propia esencia de la Ilustración. El nazismo no era más que una rama díscola de la Historia, que fue rápidamente cortada, pero el tronco del árbol sigue en pie y sus raíces cada día se asientan más firmemente en el suelo. Benjamin decidió morir antes que seguir contemplando la aniquilación de lo que quedaba del ser humano, antes de ver su conversión definitiva en mercancía. El ser humano cosificado, la gran obra de la Ilustración.

Que la tierra te sea leve allá donde te encuentres, Walter Benjamin...


martes, septiembre 13, 2005

La Internacional Situacionista. Auge y caída de la crítica a la sociedad espectacular (V)

El legado situacionista: entre la revolución y la asimilación.

“Anuncios publicitarios

que prometen felicidad

de algún producto de moda

que te hará cambiar.

Comprador entra en la tienda,

al acecho el vendedor.

Vendedor que vende producto,

comprador que se vaya a mamar.

¡Oh, sí, sí! ¡Os engañan, os engañan así!

¡Oh, sí, s!, ¡Os engañan, os engañan as!.”

Eskorbuto[i]

A pesar del fracaso del proyecto histórico de superación de la sociedad capitalista planteado por la Internacional Situacionista, su legado pervivió y hoy es más que evidente su influencia en numerosos movimientos sociales, políticos y artísticos. El análisis del capitalismo posindustrial llevado a cabo por los situacionistas se mostró extremadamente lúcido y acertado en muchos de sus puntos y, a pesar de no haber sabido concretar su “crítica teórica unificada” en una “práctica social unificada”, las ideas situacionistas han seguido animando el debate político antagonista hasta los comienzos de este siglo XXI, mostrando cómo muchas de sus ideas se adelantaron a su tiempo.

Uno de los movimientos en los que más fácilmente se puede rastrear la influencia situacionista es en el punk. Si bien está influencia a menudo ha podido ser magnificada[ii], es evidente que las teorías situacionistas, bien por vía directa o –más frecuentemente- indirecta, han influido en gran medida en el punk. En el desarrollo del punk en la Inglaterra de los años setenta tuvieron gran importancia dos personajes que conocían las ideas situacionistas y que contribuyeron a su introducción en el movimiento, si bien la mayoría de jóvenes punks no tenían la menor idea de quien era Guy Debord. Tanto Jaime Reid, diseñador de las portadas de Sex Pistols como Malcolm McLaren, su manager, habían entrado en contacto con los situacionistas y a través de ellos se introdujeron las teorías situacionistas en el punk[iii], lo que fue posteriormente ampliado por grupos que sí tuvieron un contacto más directo con las ideas situacionistas y con otros movimientos artísticos y políticos, como los anarcopunks Crass. Cuestiones como la superación del rol músico/espectador, el rechazo de la industria cultural por medio de la cultura del “Do It Yourself” (D.I.Y.) o la inmediatez –queremos la revolución y la queremos ahora- tienen evidentes puntos de conexión con las teorías situacionistas, así como con otros movimientos vanguardistas del siglo XX, desde Dadá al Neoísmo, pasando por fluxus o el mail art.

Esta influencia situacionista fue rápidamente desvirtuada por las ansias de dinero fácil y fama de grupos como Sex Pistols y oportunistas como McLaren. La denuncia del Espectáculo fue sustituida por la asimilación al mismo. Era más importante salir en la televisión provocando, de manera simplista, a las ancianas con una estética y una actitud violenta y nihilista que denunciar las contradicciones del sistema y buscar la raíz de los problemas y las faltas de expectativas sociales para construir una realidad diferente. A ello se unió la llegada del neoliberalismo de la mano de Reagan y Tatcher que desembocó en la década de los ochenta en un ambiente de desesperanza generalizado, era el No Future en estado puro. Aún así, se puede rastrear una herencia situacionista –más fiel a sus principios- en el punk y sus derivados hasta la actualidad.

Para concluir, es necesario decir que las ideas situacionistas tienen una vigencia y una actualidad innegables –por desgracia- en el momento actual de desarrollo del capitalismo, si bien, algunas de sus tesis se mostraron erróneas y algunos aspectos de la evolución del capitalismo no recibieron la atención necesaria por parte de los situacionistas. La violencia técnica a la que estamos sometidos es hoy el principal problema al que nos enfrentamos, ya que reduce las posibilidades de la crítica, al vendernos que vivimos en el mejor de los mundos posibles y que sólo tenderá a mejorar si nos dejamos llevar de la mano de la tecnificación y la artificialización, pero la realidad es que esto sólo conduce a la sinrazón, a una pseudovida que no es mas que un sucedáneo adulterado de lo que significa la vida humana[iv]. Es el fin de la historia. El Espectáculo se presenta como inevitable y cualquier oposición se rechaza como estéril, como una postura romántica pero inútil. Hoy somos más esclavos que nunca, puesto que la posibilidad de cambiar nuestro modo de vida y las condiciones sociales de la misma se presentan más lejanos que en ningún otro momento de la historia.

El gran error de la I.S. fue el de no haber sabido dar el paso definitivo hacia una práctica que supusiese una alternativa real al sistema capitalista, aprovechando las contradicciones del propio sistema. Esa tarea inacabada puede considerarse el fracaso de las teorías situacionistas, pero también puede ser el germen a partir del cual pueda surgir un nuevo fermento emancipatorio que supere la teoría situacionista allí donde ésta fracasó, es decir, realizándola. El triunfo de las tesis situacionistas pasará por su superación como medio de supresión del Espectáculo. Para eso existe la historia, para aprender de ella y por eso los apologistas del capital anuncian felices su fin. El fin de la historia será el fin de la posibilidad de emancipación de la humanidad. No lo permitamos. Recuperemos la historia y hagamos historia. ¡¡Recuperemos nuestras vidas!!



NOTAS:

[i] “Os engañan”, canción del disco Eskizofrenia de Eskorbuto.

[ii] Stewart Home: op. cit., p. 164.

[iii] “Jaime Reid, en su trabajo como diseñador, recuperó viejos carteles situacionistas dándoles una nueva y libre versión. Así, el póster Atelier populaire de mayo del 68 se convertía en el God Save The Queen, donde la sagrada imagen de la reina de Inglaterra agujereaba sus labios con un gran imperdible”, Servando Rocha: “Punk y vanguardia contracultural. Mail art, situacionismo, futurismo y fluxus. El sabotaje a la cultura seria”, La Felguera, 11, 2005.

[iv] Para un análisis en profundidad de lo que significa e implica la artificialización y para una crítica a la industrialización forzosa es conveniente consultar alguno de los números del boletín de información anti-industrial editado por Los Amigos de Ludd, especialmente interesantes para el tema aquí esbozado son los artículos: “Notas preliminares”, Los Amigos de Ludd, 1, 2001, pp. 1-5. y “¿Qué habéis hecho de vuestras vidas?”, Los Amigos de Ludd, 4, 2002, pp. 1-5.

lunes, septiembre 12, 2005

La Internacional Situacionista. Auge y caída de la crítica a la sociedad espectacular (IV)


Algunos aspectos teóricos de la Internacional Situacionista: Urbanismo, crítica del arte y vida plena.

“En el lenguaje de la contradicción la crítica de la cultura se presenta unificada: en cuanto que domina el todo de la cultura –su conocimiento como su poesía- y en cuanto que ya no se separa más de la crítica de la totalidad social. Es esta crítica teórica unificada la única que va al encuentro de la práctica social unificada.”

Guy Debord[i]

El concepto principal en torno al cual gira toda la teoría situacionista es el de “vida”, en tanto que ésta ha quedado reducida a una mera representación y es necesaria una teoría y una práctica que permitan superar esa separación hasta llegar a su plena realización libre de los condicionantes que le impone el capitalismo en su fase espectacular: “Toda la vida de las sociedades en las que dominan las condiciones modernas de la producción se presentan como una acumulación de espectáculos. Todo lo que era vivido directamente se aparta en una representación.”[ii] Los situacionistas plantean un rechazo radical a las condiciones de vida que impone el capitalismo, buscan la realización de una vida plena y unificada, por lo que su crítica también será unificada, lo que se rechaza es la totalidad del sistema capitalista, no un aspecto determinado.

Después de haber repasado brevemente la historia de la I.S. es necesario detenerse en algunas de las ideas más importantes de los situacionistas. Aquí se analizarán algunas de esas ideas, pero sin olvidar en ningún momento que los diferentes aspectos de la crítica situacionista no se pueden separar unos de otros sino que todos se engloban en una crítica unitaria del capitalismo. Tres serán los conceptos a tratar: el urbanismo, la crítica del arte y su concepto de vida.

La I.S. concedió especial importancia a la ciudad como marco de referencia de la lucha histórica del proletariado por su emancipación. Desde un primer momento las cuestiones relativas al urbanismo tuvieron gran importancia en las tesis situacionistas, desarrollándose en torno a dos conceptos clave: el urbanismo unitario y la psicogeografía. El urbanismo unitario consistía en una crítica global del urbanismo espectacular, en tanto que espacio enajenado a la vida cotidiana al serle impuesta una especialización –forjada sobre la existente división del trabajo- y un extrañamiento del entorno. La crítica situacionista al urbanismo buscaba una ciudad social y lúdica en la que el juego, la imaginación y la participación social en su construcción fuesen un hecho[iii]. La intervención práctica en la ciudad por parte de los situacionistas se concretaba en la psicogeografía y la práctica de la deriva[iv]. Esta práctica combinaba lo aleatorio, el “dejarse llevar” a través del paisaje urbano, con el estudio de planos y mapas, todo ello conectándolo con unas supuestas variables psicogeográficas que influirían en la deriva de modos diferentes según las personas y las propias condiciones del entorno urbano. En las teorías situacionistas sobre la ciudad se aprecia de forma clara el gran problema al que se enfrentó la I.S. Pretendía unificar la crítica teórica de la sociedad capitalista y la práctica que superase esa realidad, pero lo cierto es que, frente a su análisis acertado y lúcido del urbanismo totalitario, las propuestas prácticas no pasaron en muchos casos de esbozos e ideas vagas.

Los situacionistas consideraban que el arte era una parte más de la sociedad espectacular que había que superar en tanto que era un aspecto más de la separación a que estamos sometidos[v]. Debord, escribió en La sociedad del espectáculo: “El dadaísmo ha querido suprimir el arte sin realizarlo; y el surrealismo ha querido realizar el arte sin suprimirlo. La posición crítica elaborada después por los situacionistas mostró que la supresión y la realización del arte son los aspectos inseparables de una misma superación del arte[vi]. Se trataba de superar el arte como esfera separada de la vida, como especialización. La crítica del arte de los situacionistas parte –necesariamente- de una crítica de la división del trabajo que compartimenta la vida en esferas y define a las personas en relación a su función social, empobreciendo nuestras vidas. El cuerpo central de la crítica situacionista del arte puede rastrearse en pensadores utópicos del siglo XIX como William Morris[vii] y en las vanguardias históricas del primer tercio del siglo XX, pero esta concepción de la práctica artística encontró su expresión más radical en las teorías situacionistas, a la vez que trataba de superar las contradicciones en las que habían incurrido los dadaístas y los surrealistas[viii]. Hasta qué punto lograron los situacionistas superar esa división es algo discutible, pero lo que es cierto es que encontraron resquicios a través de los cuales minar la “cultura seria” y superar la separación entre productor-consumidor de arte. Los medios preferidos para ello fueron los happenings y performances y el desvío –plagio- de cuadros, fotografías, carteles publicitarios o cómics[ix].

El situacionismo no consiguió superar el arte, pero sí consiguió bajarlo del pedestal y darle nuevas perspectivas críticas, desde entonces un spray y un cartel publicitario pueden convertirse en instrumentos suficientes para desarrollar un ataque “artístico” contra el sistema. Pero también es cierto que muchas de las ideas situacionistas sobre el arte fueron recicladas por el sistema y utilizadas en su favor. Hoy es habitual ver músicos, anuncios publicitarios o galerías de arte que utilizan -conscientemente o inconscientemente- recursos desarrollados por los situacionistas como el desvío para vendernos el último producto de moda. La capacidad del capitalismo para dar la vuelta a las críticas y adaptarlas a sus planteamientos, descontextualizándolas y eliminando cualquier mensaje crítico es algo que no puede dejar de sorprender a cualquiera que haya estudiado un poco la historia de los movimientos anticapitalistas.

Como ya se ha repetido a lo largo de este ensayo, uno de los aspectos fundamentales de la crítica situacionista es el relativo a la crítica de la vida según las condiciones que impone la “sociedad espectacular”. El objetivo de esa crítica buscaría una realización plena de la vida, en unas nuevas condiciones alejadas del consumismo, la especialización y la separación, lo que permitiría la satisfacción de nuestros deseos[x]. Así, se puede hablar de un hedonismo situacionista que parte de las teorías de Lefevbre sobre la vida cotidiana y del Homo ludens de Huizinga. El juego tendrá gran importancia en las teorías situacionistas, llegándose a hablar en algunos textos de la “revolución como juego”[xi]. Esa búsqueda de una realización plena de la vida hay que verla como un rechazo total a las condiciones de existencia del capitalismo. Rechazo al tiempo de ocio como una parte más de la separación de la vida, como la otra cara –amable- de la división del trabajo, pero igual de alienante que el resto de condiciones que nos impone el capitalismo. Rechazo de un sistema que reduce a los seres humanos a “recursos humanos” intercambiables. Rechazo de la “catástrofe cotidiana”[xii], en suma, que es a lo que reduce la vida la sociedad capitalista.

La reivindicación de una vida plena frente a la (no)vida que impone la Sociedad del Espectáculo es quizás la aportación más valiosa de los situacionistas a la crítica social, pero también puede tornarse en un arma de doble filo. Como ya pusiera de manifiesto Ken Knabb, el ludismo situacionista y su postura “antisacrificio” pueden servir como coartada para no rendir cuentas y para cambiar de chaqueta en cualquier momento[xiii]. Esa búsqueda de la satisfacción del deseo, que tiene un contenido netamente revolucionario en las tesis situacionistas, también puede transformarse en su contrario, cuando se convierte en la única meta, pudiéndose hablar de “situacionista egoísta”, aquel que adopta una postura pueril en la que lo único que importa es la satisfacción de los propios deseos sin tener en cuenta la situación global de la sociedad y descartando la crítica radical de la misma[xiv].

Ese carácter lúdico pasará a la mayoría de movimientos sociales posteriores, pero totalmente descontextualizado, no es parte de una crítica coherente sino una reivindicación por sí misma, lo que llevará a la paradoja de que lo que era una crítica a la sociedad del espectáculo se transforme en una parte del mismo espectáculo que se deseaba abolir, como sucede con la mayoría de los movimientos antiglobalización de este comienzo del siglo XXI. Los nuevos movimientos sociales se caracterizan por su “simulacro de protesta”, en el que prima más lo simbólico que la acción real. El “buenrollismo político” y el carácter lúdico de las protestas transforman la lucha en algo light, en un juego en el que la responsabilidad y el compromiso son mínimos, siguiendo el lema: “aventura sí, pero sin riesgos”[xv]. Es necesario superar ese dogma sacado de contexto –no se puede entender la reivindicación situacionista de la satisfacción de los deseos sin insertarla en su crítica unitaria de la sociedad capitalista- para avanzar en la búsqueda de un mundo nuevo[xvi]. La revolución no es un juego, es algo muy serio.



NOTAS:

[i] Guy Debord: La sociedad del espectáculo, # 211, p. 85.

[ii] Ibídem, #1, p.3.

[iii] N. Constant: “Otra ciudad para otra vida”, en Internacional Situacionista. Textos completos en castellano de la revista Internationale Situationniste (1958-1969), vol.1. La realización del arte, pp. 106-109; Attila Kotányi y Raoul Vaneigem: “Programa elemental de la oficina de urbanismo unitario”, en Internacional Situacionista. Textos completos en castellano de la revista Internationale Situationniste (1958-1969), vol.1. La realización del arte, pp. 211-13

[iv] En el primer número de la revista Internationale Situationniste se dan las siguientes definiciones de “psicogeografía” y de deriva. Psicogeografía: “Estudio de los efectos precisos del medio geográfico, ordenado conscientemente o no, al actuar directamente sobre el comportamiento afectivo de los individuos.” Deriva: “Modo de comportamiento experimental ligado a las condiciones de la sociedad urbana; técnica de paso ininterrumpido a través de ambientes diversos. Se usa también más específicamente para designar la duración de un ejercicio continuo de esta experiencia.” en Internacional Situacionista. Textos completos en castellano de la revista Internationale Situationniste (1958-1969), vol.1. La realización del arte, p. 15

[v] Sección inglesa de la Internacional Situacionista: La revolución del arte moderno y el arte moderno de la revolución, Pepitas de calabaza, Logroño, 2004.

[vi] Guy Debord: La sociedad del espectáculo, #192, p. 78.

[vii] William Morris: “El arte bajo la plutocracia”, Cómo vivimos y cómo podríamos vivir. trabajo útil o esfuerzo inútil. El arte bajo la plutocracia, Pepitas de calabaza, Logroño, 2004

[viii] Según Theodor W. Adorno, en la práctica de las vanguardias clásicas se produciría una paradoja, al chocar la libertad creativa que propugnaban con la pérdida de libertad “en el todo”, es decir, en el resto de ámbitos de la vida, produciéndose una mayor separación de arte y vida, Theodor W. Adorno: op.cit., pp.9-10.

[ix] René Vienet: “Los situacionistas y las nuevas formas de acción en la política y el arte”, Internacional Situacionista. Textos completos en castellano de la revista Internationale Situationniste (1958-1969), vol.3. La práctica de la teoría, pp. 494-6.

[x] “La dirección realmente experimental de la actividad situacionista es el establecimiento, a partir de deseos más o menos conocidos, de un campo de actividad temporal favorable a estos deseos. Ello sólo puede traer consigo el esclarecimiento de los deseos primitivos y la aparición confusa de otros nuevos, cuya raíz material será precisamente la nueva realidad constituida por las construcciones situacionistas.”, nota editorial al número 1 de Internationale Situationniste: “Problemas preliminares a la construcción de una situación”, en Internacional Situacionista. Textos completos en castellano de la revista Internationale Situationniste (1958-1969), vol.1. La realización del arte, p.12

[xi] Sección inglesa de la Internacional Situacionista: op. cit., p. 57 y ss.

[xii] Andrés Devesa: “Catástrofe espectacular y catástrofe cotidiana”, Re-Evolución, 1, 2005, pp. 9-11.

[xiii] Ken Knabb: “La realización y la supresión de la religión”, op. cit., p. 70.

[xiv] Un caso paradigmático es el del ex-situacionista Raoul Vaneigem, máximo exponente de ese hedonismo pueril y absurdo, Ibídem, p. 73.

[xv] Miguel Amorós: “Cuando lo real se vuelve ilusorio”, op. cit. pp. 9-14.

[xvi] “Para una crítica efectiva de la sociedad capitalista será necesario pasar por encima de uno de los grandes dogmas del izquierdismo (pos)moderno, el hedonismo, que hace de todos nuestros deseos imperativos categóricos que deben ser satisfechos so pena de convertirnos en seres alienados por categorías pasadas de moda como el <<sexo>> o el <<trabajo>>.”, Los Amigos de Ludd: “¿Se abre paso la crítica anti-industrial?”, Los Amigos de Ludd, 8, 2005, p. 3

domingo, septiembre 11, 2005

La Internacional Situacionista. Auge y caída de la crítica a la sociedad espectacular (III)


La Internacional Situacionista y el “Segundo asalto proletario a la sociedad de clases”.

“Que se nos deje de admirar como si fuésemos superiores a nuestra época; y que la época se aterre admirándose por lo que es.”

Guy Debord y Gianfranco Sanguinetti[i]

El 28 de julio de 1957 en Cosio d’Arroscia, una pequeña ciudad italiana, tiene lugar la fusión de la Internacional Letrista y el IMIB, creándose la Internacional Situacionista[ii]. La mayor parte de los situacionistas eran franceses, por lo que su sede se establece en París, aunque desde un primer momento tuvo una vocación internacionalista. La I.S. fue sumando partidarios, creándose en seguida las secciones italiana, belga y alemana, a la que seguirá después la inglesa, si bien el número total de situacionista nunca llegó a superar el de unas pocas decenas. En el verano de 1958 se publica el primer número de Internationale Situationniste, órgano de expresión de la I.S. Las primeras iniciativas de los situacionistas tuvieron un carácter principalmente artístico, como las exposiciones de pintura “industrial” de G. P. Gallizio.

Desde un primer momento, Guy E. Debord impuso su fuerte personalidad en la I.S., convirtiéndose en un nuevo Breton que controló con mano de hierro la I.S. y le dio un carácter personalista y de vanguardia intelectual[iii]. En este sentido cabría hablar de las similitudes existentes entre el surrealismo y la Internacional Situacionista. César De Vicente señala tres características comunes a ambos movimientos: la creación de un nuevo campo intelectual sobre el que se desarrolla una teoría y una praxis; la existencia de una “figura central”, Breton/Debord; y el hecho de que el nombre del movimiento venga dado por sus propios integrantes, que son los que establecen un significado y un uso concreto del nombre[iv]. Más allá de esas posibles analogías, lo cierto es que tanto el surrealismo como la I.S. estuvieron muy ligados al desarrollo personal de sus principales impulsores Breton/Debord, ambos de gran capacidad intelectual, pero también dotados de una cierta intransigencia y un carácter mesiánico, lo que a menudo dificultó las propias actividades de los grupos que dirigieron.

Este carácter personalista que Debord impone en la I.S. provocó que desde sus comienzos surgiesen problemas con otros miembros y cualquier desviación o crítica a los postulados que Debord y sus más fieles seguidores imponían era saldada con la expulsión inmediata. Las principales disensiones en el seno de la I.S. tenían como base las diferencias entre los que primaban el contenido político (Debord) y los que daban mayor importancia a lo artístico (Constant)[v]. La sección alemana de la I.S., organizada en torno a la revista Spur, tenía un carácter más artístico y menos político que las secciones francesa y belga. Desde 1960 hubo varios choques entre las secciones que se concretaron en 1962 en la expulsión del grupo Spur que se constituyó en la autodenominada 2ª Internacional Situacionista, con Nash como figura destacada, y que se desarrollará al margen de los postulados de la I.S. que, a partir de entonces, tomará un cariz mucho más político. Esta escisión fue la más importante que se dio en la I.S., dividiéndola en dos partes más o menos iguales, aunque no sería la última y en los diez años de vida que le quedaban a la I.S. las expulsiones y dimisiones –voluntarias o forzosas- fueron continuas.

A pesar de realizar una intensa actividad artística y de publicar varios números de su revista Internationale Situationniste, la I.S. era escasamente conocida más allá de un reducido círculo de intelectuales y artistas. No será hasta 1966, al hacerse un grupo de estudiantes cercanos a las tesis situacionistas con el control de la sección de la Unión Nacional de Estudiantes de Francia (UNEF) de Estrasburgo, cuando los situacionistas se den a conocer a la sociedad francesa. El llamado “escándalo de Estrasburgo” se produjo al publicarse un texto de Mustapha Khayati, Sobre la miseria de la vida estudiantil considerada bajo sus aspectos económico, político, psicológico, sexual e intelectual[vi], con fondos del sindicato. El texto provocó una gran polémica y motivó la intervención judicial, lo que fue utilizado por la I.S. para darse a conocer y conseguir salir del ghetto político y artístico[vii]. El manifiesto, que fue revisado y aprobado por la cúpula de la I.S., estaba redactado en un lenguaje crudo y directo que buscaba la provocación -lo que indudablemente lograron- para publicitarse y atraer a los elementos más radicales del movimiento estudiantil.

El período que media entre la publicación del texto de Khayati y las revueltas de mayo del 68 será el de mayor relevancia pública de la I.S., si bien nunca llegó a superar su carácter de vanguardia, con una implantación limitada en el movimiento estudiantil y prácticamente nula entre los obreros. A pesar de la importancia que los situacionistas se dieron a sí mismos en las revueltas parisinas de mayo del 68[viii], su papel no fue tan relevante como les hubiera gustado que fuese, si bien algunas de sus ideas y consignas cuajaron en una parte del movimiento estudiantil y en la Sorbona se pudieron ver innumerables pintadas con lemas situacionistas. El denominado “segundo asalto proletario a la sociedad de clases” encontró, en opinión de Ken Knabb su “expresión teórica más avanzada en la Internacional Situacionista”[ix], pero no pasó de la teoría a la práctica, fracasando precisamente donde más innovadora había sido la Internacional Situacionista, en su “crítica unitaria de la sociedad”[x]. La base política de esa ”crítica unitaria” debían ser los consejos obreros, entendidos como un tipo de organización social que debía conjugar -en una crítica unitaria- lo individual y lo colectivo con el fin de superar el “conjunto de alienaciones” a que nos somete el capitalismo y realizar la “revolución de la vida cotidiana” propuesta por los situacionistas[xi]. No se trataba de una revolución económica, política o social, sino de una revolución integral que lograse la “autogestión generalizada”, la liberación en todos los aspectos de la vida.

Mayo de 1968 tuvo dos características destacables: su carácter global y la constatación del papel relevante que todavía mantenía el viejo proletariado[xii]. La globalización de la revuelta es uno de los aspectos más importantes de Mayo del 68, al anunciar una realidad que se ha ido imponiendo a lo largo de los últimos años del siglo XX y los primeros del XXI. Frente a un mundo cada día más uniformizado por el capitalismo transnacional, la oposición al sistema debe tener un carácter global, debe llevarse a cabo a escala mundial. Francia fue la vanguardia, pero la revuelta también estalló en Inglaterra, en Estados Unidos, en Alemania y hasta en la Europa del Este. Mayo del 68 también mostró a la “nueva izquierda” de los intelectuales y los estudiantes que no podían llegar a ningún sitio sin contar con el “viejo” proletariado. No fue hasta que las fábricas se pararon y los obreros salieron a la calle junto a los estudiantes cuando la revuelta se convirtió en un verdadero peligro para el Estado francés. A pesar de la decadencia del movimiento obrero y de la parálisis y conservadurismo de los partidos y sindicatos de izquierda era evidente que ninguna revolución podía llevarse a cabo sin contar con (lo que quedaba de) la clase obrera, otra cuestión es la de si esa clase obrera quería su liberación.

Es indudable que la revuelta parisina de mayo de 1968 fracasó estrepitosamente. Los obreros regresaron a las fábricas, los estudiantes a la comodidad de la casa paterna y la “mayoría silenciosa” le volvió a dar la mayoría en las elecciones al general De Gaulle. No hubo una represión tan brutal como la de la Comuna de 1871, no se produjo tampoco la diáspora de revolucionarios. Simplemente se volvió mansamente a la (no)vida de siempre. El capitalismo había ganado una nueva batalla y salía –una vez más- reforzado de la confrontación. El movimiento revolucionario quedó desarticulado y muchos de sus protagonistas se reciclaron y pasaron a formar parte de la “izquierda del sistema”.

La I.S. no supo afrontar su derrota y fue perdiendo miembros e ideas a un ritmo creciente a partir de entonces. En 1972 se disolvía con la publicación de un texto, co-firmado por Debord y Gianfranco Sanguinetti[xiii], en el que hacían balance de la obra de los situacionistas y declaraban abierta una nueva época en la que las ideas situacionistas se extenderían y darían lugar a una fuerte corriente revolucionaria que cambiaría el mundo. El mesianismo de Debord hacía de nuevo acto de presencia, pues era evidente que la situación a comienzos de los años setenta era todo menos revolucionaria. La Internacional Situacionista fracasó en sus expectativas de implantación a una escala amplia de sus teorías, pero la fuerza de su crítica al capitalismo espectacular –o posindustrial o como queramos llamarle- le reservó un lugar de honor en el inmenso panteón de las revoluciones fracasadas.



NOTAS:

[i] Guy Debord y Gianfranco Sanguinetti: “Tesis sobre la Internacional Situacionista y su tiempo”, apéndice a Internacional Situacionista. Textos completos en castellano de la revista Internationale Situationniste (1958-1969),vol.3. La práctica de la teoría, Literatura gris, Madrid, 2001, # 60, p. 682

[ii] El nombre remite a la práctica de la “construcción de situaciones”, entendiendo que una situación construida es un “momento de la vida construido concreta y deliberadamente para la organización colectiva de un ambiente unitario y de un juego de acontecimientos”, en: “Definiciones”, Internacional Situacionista. Textos completos en castellano de la revista Internationale Situationniste (1958-1969), vol.1. La realización del arte, p.14

[iii] Stewart Home: op. cit., pp. 77-8.

[iv] César De Vicente: “Introducción” a Discurso sobre la vida posible. Textos situacionistas sobre la vida cotidiana, Hiru, Hondarribia, 1999, pp. 8-9.

[v] Ibídem, p. 14.

[vi] El texto íntegro en castellano se puede encontrar en el Archivo Situacionista Hispano en internet: http://sindominio.net/ash/miseria.htm

[vii] “Nuestros fines y nuestros métodos en el escándalo de Estrasburgo”, Internacional Situacionista. Textos completos en castellano de la revista Internationale Situationniste (1958-1969),vol.3. La práctica de la teoría, 486-93.

[viii] René Viénet: Enragés y situacionistas en el movimiento de las ocupaciones, http://sindominio.net/ash/enrages.htm

[ix] Ken Knabb: “La sociedad del situacionismo”, Secretos a voces, Literatura gris, Madrid, 2001, p. 46

[x] Guy Debord: La sociedad del espectáculo, Maldeojo, s.f., #121, p.52 Utilizo la versión pirata de Maldeojo frente a la “legal” de Pre-Textos. Para una discusión sobre la traducción véase: “Traducción defectuosa de La sociedad del espectáculo”, http://sindominio.net/ash/esptrad.htm

[xi] Raoul Vaneigem: “Aviso a los civilizados con respecto a la autogestión generalizada”, Internacional Situacionista. Textos completos en castellano de la revista Internationale Situationniste (1958-1969),vol.3. La práctica de la teoría, pp. 600-6

[xii] Ken Knabb: op. cit., p. 52

[xiii] Guy Debord y Gianfranco Sanguinetti: “Tesis sobre la Internacional Situacionista y su tiempo”, apéndice a Internacional Situacionista. Textos completos en castellano de la revista Internationale Situationniste (1958-1969),vol.3. La práctica de la teoría, pp. 655-85.

viernes, septiembre 09, 2005

La Internacional Situacionista. Auge y caída de la crítica a la sociedad espectacular (II)


Los antecedentes: las vanguardias artísticas de los años cincuenta.

“Con el propio concepto de arte está mezclado el fermento que lo supera.”

Theodor W. Adorno[i]

Después del impasse que supuso la Segunda Guerra Mundial y la inmediata posguerra en la que Europa trataba lentamente de recuperarse del desastre, los años cincuenta ven desarrollarse en el viejo continente –especialmente en Francia- una cierta recuperación de los movimientos de vanguardia, que deben enfrentarse a dos problemas fundamentales: por un lado, superar la influencia de Breton y del surrealismo, y, por otro, tratar de adaptar su mensaje y su práctica a una sociedad cambiante que se parece muy poco a la de la Europa de preguerra. Así, a lo largo de la década surgen o se consolidan distintos movimientos que –siguiendo la senda marcada por las vanguardias clásicas de comienzos del siglo XX- buscan la fusión del arte y la vida cotidiana. Estos movimientos artísticos constituyen la semilla de la que nacerá la Internacional Situacionista que superará la barrera de lo artístico para constituirse en movimiento político. Para comprender su historia es preciso conocer sus antecedentes.

El grupo COBRA -del que formaron parte Asger Jorn y Constant, dos de los fundadores de la Internacional Situacionista- puede considerarse la primera vanguardia de posguerra[ii]. Surgió en 1948 como una reacción a la parálisis en que había entrado el surrealismo, movimiento al que critican duramente por su alejamiento de la realidad. El grupo COBRA adelanta algunos aspectos que se irán concretando en los movimientos vanguardistas posteriores, teniendo especial relevancia en la Internacional Situacionista. En primer lugar, la destacada influencia del filósofo Henry Lefebvre y sus tesis sobre la vida cotidiana, que abren un campo nuevo a la investigación social y muestran la realidad de una sociedad que avanza hacia un nuevo modelo, la llamada “sociedad del bienestar”, en la que uno de los aspectos fundamentales de las reclamaciones de los movimientos vanguardistas será la de la satisfacción de los “deseos” [iii]. Esta búsqueda de la satisfacción de los deseos tendrá un gran desarrollo en el pensamiento situacionista, siendo una de sus aportaciones principales, a la vez que uno de sus mayores problemas, ya que, en no pocos casos, esa importancia concedida a la satisfacción del deseo, al placer en suma, degenerará en puro hedonismo, como veremos más adelante. El otro concepto clave del grupo COBRA que pasará a la Internacional Situacionista es el de “urbanismo unitario”, ideado por Constant como una alternativa al modelo de arquitectura de Le Corbusier y que él mismo llevará a la Internacional Situacionista[iv]. Frente a las “máquinas de habitar” y la industrialización de lo urbano propuestas por Le Corbusier, Constant vislumbraba una ciudad humana en la que lo imaginativo y lo funcional se conjugasen.

A pesar del alejamiento que COBRA había marcado con respecto a Breton y el surrealismo, la ruptura definitiva de las vanguardias de posguerra con el surrealismo iba a llegar con el Movimiento Letrista de Isidore Isou, un exiliado rumano en Francia interesado fundamentalmente en las letras como unidades básicas sobre las que construir su obra. Isou y sus colaboradores –entre los que se encuentra un joven Debord que se une al movimiento con sólo 20 años- desarrollarán una poesía, una pintura y un cine letrista. Este último, de corte netamente experimental –se tomaban cortes de otras películas e imágenes sin sentido alguno y se las manipulaba rayándolas o escribiendo sobre ellas letras y números- tendrá gran influencia en los situacionistas. En el Movimiento Letrista se encuentra otra de las claves de la Internacional Situacionista y de la nueva izquierda en general: el carácter juvenil, de revuelta generacional[v]. La dirección de la revolución ya no está en manos de los obreros ni de los viejos líderes políticos y sindicales, sino en la de los estudiantes y la nueva generación de intelectuales.

En 1952 se produjo una escisión en el Movimiento Letrista que dio origen a la Internacional Letrista[vi], formada por el ala izquierda del movimiento y en la que tuvo un especial protagonismo el matrimonio Debord-Bernstein. La Internacional Letrista publica una revista, Potlach, en la que se esbozan algunas de las ideas fundamentales que después pasarán a la Internacional Situacionista: el urbanismo unitario, la construcción de situaciones o la práctica de la desviación. Las bases de la I.S. se encuentran ya en el Letrismo, a la vez que se afianza el papel de Debord como figura principal del movimiento. Al mismo tiempo que nacía el Letrismo, de las cenizas de COBRA había surgido un nuevo ismo, el Movimiento Internacional por una Bauhaus Imaginativa (IMIB), que tenía entre sus miembros a Asger Jorn y Enrico Baj. El IMIB se orientaba básicamente hacia la pintura y rápidamente comenzó a organizar exposiciones y reuniones con otros movimientos artísticos, entre los que se encontraba la Internacional Letrista. Fruto de esos contactos entre ambos grupos nacerá la Internacional Situacionista.



NOTAS:

[i] Theodor W. Adorno: Teoría estética, Akal, Madrid, 2004, p. 13.

[ii] Es cierto nada más terminar la Segunda Guerra Mundial habían empezado a surgir nuevos movimientos artísticos, a los que habría que añadir los movimientos clásicos que sobrevivieron a la guerra como el surrealismo –si bien muy dividido y debilitado-, pero se puede afirmar sin temor a errar que el grupo COBRA fue la primera gran vanguardia de la posguerra.

[iii] Stewart Home: op.cit., p. 46.

[iv] Un esbozo de estas ideas se puede encontrar en: N. Constant: “Otra ciudad para otra vida”, Internacional Situacionista. Textos completos en castellano de la revista Internationale Situationniste (1958-1969), vol.1. La realización del arte, Literatura gris, Madrid, 2001, pp. 106-109

[v] Ésta podría ser una de las razones que explican el fracaso de las vanguardias de la segunda mitad del siglo XX y el porqué de que muchos de sus integrantes hayan acabado abrazando posturas conservadoras en su madurez. La rebeldía es aceptada para la juventud y considerada locura en la madurez.

[vi] El motivo de la ruptura fue la irrupción de un grupo de letristas en una conferencia de prensa de Charles Chaplin, lo que provocó la condena pública de Isou, a lo que los disidentes respondieron con un comunicado en el que se constituía el nuevo grupo. Stewart Home: op. cit., p. 57.

jueves, septiembre 08, 2005

La Internacional Situacionista. Auge y caída de la crítica a la sociedad espectacular (I)


A la memoria de Guy E. Debord (1931-1994)

De la lucha de clases al “Estado del Bienestar”. El contexto histórico de la Internacional Situacionista.

“Saber liberarse no es nada; lo arduo es saber ser libre…”

André Gide[i]

Hace ya mucho tiempo que aquel fantasma que una vez recorriese Europa duerme el sueño eterno en las frías catacumbas de la Historia. Poco queda del recuerdo de la intensa agitación revolucionaria que golpeó a la vieja Europa desde que el 28 de septiembre de 1864 naciese la primera Internacional hasta mayo de 1937 en que murió la última esperanza revolucionaria en las calles de Barcelona, bajo las balas de la contrarrevolución estalinista. Un conjunto de símbolos dispersos, una memoria distorsionada y una historia frágil y frecuentemente manipulada es todo lo que conservamos de ese “primer asalto proletario a la sociedad de clases” que sucumbió arrollado por las ruedas de acero del ineludible avance del capitalismo. A ese “primer asalto” siguió un “segundo asalto” que de nuevo hizo temblar los cimientos del capitalismo. Pero el camaleón capitalista volvió a dar un giro de tuerca más que hizo caer sobre la lona a su adversario y nos ató aún más a nuestra miseria. La historia de la lucha contra el capital es la historia una derrota continua. Pero sobre las cenizas de esa derrota –y aprovechando los restos que el incendio no terminó de consumir- se debe empezar a levantar un nuevo edificio, sin miedo a que, una vez más, el fuego del capital devore nuestra obra. Ese “segundo asalto proletario” y –más concretamente- su desarrollo teórico y práctico más sólido, la Internacional Situacionista, es el objeto de estudio de este ensayo. Su finalidad es aprender del pasado para construir el futuro. Vagando de derrota en derrota hasta la victoria final.

El movimiento obrero clásico fue definitivamente derrotado durante la primera mitad del siglo XX. Tras el fracaso de la Revolución Española, la catástrofe que supuso la Segunda Guerra Mundial y la división del mundo de posguerra en dos bloques antagónicos –anverso y reverso de una misma moneda: la dictadura de la industrialización, de la economía independiente del ser humano- se hizo evidente que las tentativas de creación de una sociedad no basada en la mercancía no habían podido superar sus limitaciones propias y las impuestas por el enemigo a batir. El movimiento obrero quedó desarmado ideológicamente, dividido y atrapado en la creciente hostilidad entre el bloque capitalista occidental y la burocracia soviética. A ello se unía el desarrollo de un nuevo modelo de capitalismo, en el que proletariado iba a ser integrado en el sistema mediante su transformación en “consumidor”[ii], pasando de ser agente histórico de la revolución a un eslabón más de la cadena. El “Estado del bienestar” nacía a la vez que moría el concepto clásico de lucha de clases. Un mundo nuevo había nacido, pero no era la tan ansiada utopía emancipadora, sino más bien la distopía que presagiaron George Orwell y Aldous Huxley.

A comienzos del siglo XX, al mismo tiempo que el movimiento obrero desarrollaba su lucha histórica por la emancipación política y económica, en el arte se estaba desarrollando otra revolución que luchaba por su liberación del carácter de mercancía de consumo de la burguesía. Las vanguardias artísticas del primer tercio del siglo XX trataron de superar los marcos tradicionales de la actividad artística y de integrar el arte en la práctica cotidiana[iii], pero vieron como sus tentativas fracasaban ahogadas por la situación bélica en Europa, por la imposibilidad de superar la cosificación del arte sin previamente superar la cosificación de la propia humanidad y por su clara incapacidad para conectar con los intereses de la clase obrera.

La Segunda Guerra Mundial y el Holocausto –constatación de la barbarie en la que está inmerso el mundo- supusieron un punto de inflexión que costó mucho superar. No será hasta finales de los años cincuenta del siglo XX cuando comiencen a apreciarse signos de una lenta recuperación de la crítica radical –tanto en el ámbito político como en el artístico-, que no terminarán de cristalizar hasta los años sesenta, con la explosión de la llamada “nueva izquierda”. Será en esa década de los sesenta cuando se produzca una renovación teórica y práctica de la izquierda que trata de adaptarse a las nuevas condiciones que impone el capitalismo posindustrial.

En este marco histórico es en el que hay que inscribir a la Internacional Situacionista, un movimiento vanguardista en el que lo político y lo artístico se fusionan para tratar de superar las condiciones de separación de la vida a las que nos somete la sociedad capitalista avanzada. La historia de la Internacional Situacionista y de su principal figura –Guy Debord- es la historia de la lucha política de los últimos cincuenta años; con sus victorias y sus derrotas, sus grandezas y sus miserias, sus aciertos y sus errores. Llevar a cabo un análisis en profundidad de lo que supuso la Internacional Situacionista es avanzar en pos de la construcción de un movimiento crítico que nos permita conquistar un futuro que nos pertenece menos a cada instante.




NOTAS:

[i] André Gide: El inmoralista, Argos Vergara, Barcelona, 1981, p. 13.

[ii] Miguel Amorós: “Tecnología y disolución de clases”, Las armas de la crítica, Likiniano elkartea, Bilbao, 2004, p.40

[iii] Stewart Home: El asalto a la cultura. Corrientes utópicas desde el Letrismo a Class War, Virus, Barcelona, 2002, p. 17.